domingo, 13 de febrero de 2011

Ahora, a por los salarios

http://blogs.publico.es/trabajarcansa/2011/02/


“La forma en que se fijan los salarios es algo que hay que cambiar; los convenios colectivos no permiten la suficiente flexibilidad.” -José Luis Malo de Molina, director del Servicio de Estudios del Banco de España-.

Si estaban intrigados por saber cuál será la próxima línea roja que crucen los ejércitos reformistas, sujétense la cartera que la cosa apunta por ahí: los salarios, la forma en que se fijan y actualizan los salarios. Tras abaratar el despido y recortar las pensiones futuras, el siguiente mordisco apunta a la nómina de los trabajadores, desmantelando la negociación colectiva, desvinculando los salarios de la inflación y vinculándolos a la productividad.

Desde hace unos días el runrún salarial es ensordecedor: llegó Merkel, lanzó su propuesta, y a partir de ahí creció el coro. En los últimos dos días hemos oído al Banco de España, la CEOE, el Banco Central Europeo y el ex presidente Felipe González. Todos insisten en que el actual sistema es “un obstáculo y un residuo” (según el Banco de España), o “una lacra, un absurdo, una antigualla, un dinosaurio en el siglo XXI”, según un directivo (español) del BCE.

Sumen a ello expertos, tertulianos y prensa económica, y ya tenemos el ambientillo adecuado para que los sindicatos mayoritarios se sienten a hablar de la negociación colectiva, es decir, de los salarios.

Por lo visto para recuperarnos y crear empleo hay que moderar los salarios. Ay, esperen, que me ha dado la risa y no puedo seguir. Ah, ya entiendo: seguramente se refieren a los salarios de los altos ejecutivos, ya que España es uno de los países con mayor desigualdad salarial entre trabajadores y directivos. ¿Ah, no son esos salarios los que hay que moderar? Pues ahora más que la risa me entra la llorera.

Vale, está bien: igual que los funcionarios, igual que los trabajadores del sector automovilístico que han aceptado congelarse ellos mismos, igual que tantos trabajadores que han visto ya reducidos sus sueldos por la presión empresarial del “nos apretamos todos un poco o tendremos que cerrar”; igual que ellos los demás nos ajustaremos para salvar el mal momento. Y lo haremos sin pesar, pues recordamos cómo las empresas subían los salarios en proporción a sus aumentos de beneficios en los años buenos. ¿Lo recuerdan? No, yo tampoco.

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