viernes, 20 de enero de 2012

Hipocresía y deficit

Fuente: http://blogs.publico.es/trabajarcansa/2012/01/20/tanques-contra-el-deficit-2/


Tanques contra el déficit

Déficit malo. Déficit inconstitucional. Déficit delito. Déficit caca. ¿Cuál será la próxima propuesta en la guerra contra el déficit público? ¿Mandar tanques a las comunidades que gasten más de la cuenta? No tardaremos en oírlo, a poco que le dé otro calentón al ministro de Hacienda.

En la calle, unanimidad: que los políticos paguen el déficit de su bolsillo, que los metan en la cárcel, que les corten un dedo por cada punto porcentual desviado. Al hablar del asunto todos tenemos en mente el consabido aeropuerto de Castellón o la imagen de Camps y Barberá paseando en Ferrari mientras ahora los estudiantes se llevan el edredón al instituto sin calefacción.

Sí, muy bien: pero estamos hablando de despilfarro, corrupción incluso. Sin embargo, el gobierno habla de déficit, sin matices. Y no es lo mismo, no todo el déficit público tiene por qué ser fruto de despilfarros faraónicos o trincones que se lo llevan crudo. Si por ejemplo uno pretende acabar con otro déficit que nadie castiga, el déficit social (y ahí seguimos a la cola de Europa), o acometer grandes inversiones de interés social, debe hacer un esfuerzo de gasto que seguramente le haga aumentar el déficit público.

De hecho, aunque ahora el déficit nos parezca una monstruosidad a la altura de la pederastia, todos hemos sido delincuentes del déficit público hasta hoy. Toda Europa ha vivido décadas con niveles de déficit muy por encima del que hoy se considera sagrado.

Así que lo que nos están colando es ortodoxia neoliberal: no hablan del despilfarro o la corrupción que tanto nos cabrea; hablan de déficit sin distinción, y no todos son iguales. Sin ir tan lejos, cada vez más economistas piensan que un poco de déficit ayudaría hoy a recuperar el crecimiento, asfixiado por la obsesión de austeridad, ya que el déficit siempre ha sido un instrumento de la política económica ante ciclos depresivos.

Pues eso: contra el déficit, cárcel, ostracismo, y si hace falta mandamos tropas. Ya podían poner la misma contundencia contra los gobernantes que dejan que aumente el paro, la desigualdad o la pobreza. Pero no.

Isaac Rosa



Fuente: http://www.escolar.net/MT/archives/2012/01/cinismo-a-bordo.html


Cinismo a bordo

El capitán del Costa Concordia no abandonó al barco y a sus pasajeros: es que se cayó “accidentalmente” en uno de los botes salvavidas. La excusa sólo la supera Alberto Fabra, presidente de la quebrada Generalitat Valenciana: “El PSOE es el culpable de nuestro desfase presupuestario”. Ambos naufragios tienen algo más que el Mediterráneo en común: el fasto, los trajes de gala y, sobre todo, la irresponsabilidad de quienes llevaban el timón. El PP gobierna en Valencia desde hace más de 16 años pero al parecer fue Zapatero, en su inmensa maldad, quien apuntó con una pistola en la cabeza de los Fabra, los Zaplana y los Camps para obligarles a construir un ruinoso parque temático, un circuito de Fórmula 1, un faraónico estudio de cine o un aeropuerto peatonal.

Aunque lo que más sorprende de este cinismo es su atrevimiento; la confianza en uno mismo que otorga la impunidad. Es el mismo descaro que transmite Cristóbal Montoro cuando anuncia que el endeudamiento excesivo será un delito. Supongo que de esta reforma del Código Penal se ocupará el ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, el exalcalde de la arruinada Madrid. Si además hacen caso al presidente extremeño, José Antonio Monago, y el nuevo delito se persigue “con efectos retroactivos”, habría que mandar a una pareja de la Guardia Civil al Ministerio de Justicia para que detengan a Gallardón un segundo después de que firme la nueva ley. La hipótesis es tan absurda como la propia propuesta de Montoro, el nuevo profesor Barea de las ocurrencias del PP. Antes de reformar el Código Penal, ¿qué tal si cumplen con ese código ético que nos prometió Rajoy, tres años atrás? ¿Dice algo de no tomar el pelo al elector?

Ignacio Escolar




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