http://www.desalmado.blogspot.com.es/2013/03/el-mono-que-creo-la-magia.html
El día de hoy parecía uno de los más indicados para despotricar contra
el Desgobierno de España, encabezado por Mariano Rajoy Brey. Las
macrocifras, ese invento que utilizan los economistas patológicos para
esconder la realidad, han dado un bofetón a este conjunto de personas
que, gracias a unas promesas que nunca iban a cumplir y a la pésima
gestión del Desgobierno del artista conocido anteriormente como Z.P., se
han hecho con el poder político de España. Ni tan siquiera las
exportaciones, lo único que les parecía cuadrar, han resistido la crisis
y el balance del último trimestre ha resultado negativo. Pero uno, que
en estos momentos ha sufrido un rapto metafísico, se ha planteado otra
cuestión bastante más profunda, a la par que intrascendente para muchas
personas. ¿El tema? Ni más ni menos que la necesidad de sostener
creencias irracionales que doten de "coherencia" a la sociedad.
Antes de comenzar me gustaría explicar que esta entrada no se basa en
sesudos estudios de investigadores afamados, siento decepcionar al
lector. Todo lo que aquí podrá encontrar el lector son divagaciones de
un tipo que no quería escribir sobre lo de siempre, o sí, pero de otra
forma.
Uno, considerando la epopeya de los primates del género homo, desde el
homo hábilis en adelante, no puede sentir otra cosa que admiración al
ver como uno de sus integrantes, el homo sapiens, ha acabado poblando
todo el planeta, ha conseguido salir de él y se lo está cargando, como
ninguna otra especie podría hacerlo; lo cual da una idea de la capacidad
del hombre moderno.
Si bien existe constancia de que especies anteriores al homo sapiens tenían cierta capacidad simbólica, es en esta especie, en la nuestra, donde esta "habilidad" alcance su culmen, llegando a metas jamás conseguidas anteriormente por especie alguna. La relación entre lenguaje y simbolismo resulta un hecho fehaciente, que genera una retroalimentación de ambos aspectos y que nos hace más "humanos".
Fruto de esa capacidad simbólica nace la posibilidad de jugar con
conceptos como pasado y, especialmente, con el futuro. La constancia de
futuro genera amplias posibilidades al humano, que van desde la
planificación de actividades cotidianas y su forma de abordarlas, hasta
aspecto más trascendentales como el del fin de la vida. Si bien existen
evidencias de que especies anteriores ya abordaban la cuestión de la
muerte con enterramientos rituales (Excálibur, la famosa hacha de
Atapuerca, parece ser una prueba de ello), no existe constancia de que
hasta la aparición, y evolución, del sapiens se elaborara el tema del
Más Allá, buscando dar explicaciones sobrenaturales a algo tan
consustancial a la vida como es la muerte. Esta elaboración de la vida y
la muerte, de la pervivencia, o no, después del deceso y, sobre todo,
la aparición de deidades, cada vez más complejas y elaboradas, conllevan
la "necesidad" de crear un mundo fantástico para explicar lo
inexplicable (no sólo se intenta explicar la vida y la muerte, de igual
forma sucesos como puede ser la sequía, una vez el hombre se hace
sedentario, la falta de alimento o las malformaciones humanas se
explican a través de esos mismos mecanismos).
Estos universos creados por el hombre, se caracterizan porque consiguen que ciertos aspectos, inabarcables para el entendimiento, tengan una "lógica", o más bien un porqué. De igual forma otra de las características de dichas elaboraciones sociales es la carencia de todo tipo de rigor científico, se trataba de dar explicaciones, desde un punto de vista antropocéntrico, a los fenómenos de la vida, no de hallar la verdad.
Estos universos creados por el hombre, se caracterizan porque consiguen que ciertos aspectos, inabarcables para el entendimiento, tengan una "lógica", o más bien un porqué. De igual forma otra de las características de dichas elaboraciones sociales es la carencia de todo tipo de rigor científico, se trataba de dar explicaciones, desde un punto de vista antropocéntrico, a los fenómenos de la vida, no de hallar la verdad.
Curiosamente, este último aspecto, el de explicar los sucesos sin importar las causas reales de los mismos, que podíamos asociar a los albores de la historia del hombre, sigue funcionando en nuestra sociedad, llegando a constituir el leiv motiv de nuestras "avanzadas" sociedades. Posiblemente, el amable lector asocie, con toda la razón, la anterior afirmación a la existencia de diversas religiones, con amplio seguimiento entre los humanos actuales. Pero, además de el caso de las religiones, el funcionamiento lógico-mágico sigue imperando en nuestras sociedades postindustriales. Cuestiones tan cotidianas como el concepto de patria, cuya explicación fuera del sentimentalismo fervoroso de los sectores más inmovilistas, carecen de toda lógica. Lo mismo podemos decir sobre la existencia de ejércitos que, como demuestra una y otra vez la historia, hoy luchan codo con codo para mañana enfrentarse entre ellos, provocando una carnicería; pudiéndose alegar para tal cambio los intereses y/o la percepción de la realidad de unas pocas personas, que actúan según su lógica; que generalmente es la lógica de sus intereses.
Este mismo razonamiento de dioses, patrias y ejércitos es el que siguen los imbéciles que han pergeñado la política económica que seguimos. Porque aunque ciertas personas pueden mostrar intereses particulares en imponer el neoliberalismo, una buena parte de los que defienden este tipo de postulados, lo hacen pensando, vete tú a saber por qué, que se trata de una estupenda idea, a pesar de que la realidad, una y otra vez, ha demostrado que sus creencias carecen de toda lógica cuando se enfrentan con la realidad.
Como el lector puede comprobar, una buena parte de las bases de nuestra sociedad se siguen sustentando en aquellas explicaciones míticas que hicieron posible que el homo sapiens "comprendiera" el mundo y los fenómenos que le rodean. La razón parece no haber entrado aún en la forma de concebir la sociedad; de concebir una sociedad más justa y adecuada a la estirpe humana, al homo sapiens que explicó, por primera vez, el mundo, aunque fuera mediante una serie de relatos fantásticos.
Un saludo.
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