Dice Aguirre, en defensa de la liberalización de horarios comerciales, que Madrid es una región que “no tiene miedo a la libertad”. Pues lo dirá por ella, porque cada vez somos más los que nos echamos a temblar cada vez que la oímos hablar de “libertad”.
La libertad según la entiende Aguirre siempre tiene un precio. Así, su defensa de la libertad de los padres para elegir la educación de sus hijos pasa por hacerle la vida imposible a la enseñanza pública y ponérselo fácil a la privada. Lo mismo cuando prometió libertad de elección en la sanidad, ya sabíamos los pacientes la que se nos venía encima. Así que ahora, cuando habla de libertad de horarios para que los comercios sean libres de abrir cuando quieran y los consumidores libres de comprar cuando nos plazca, a muchos nos entran sudores fríos, empezando por el pequeño comercio, al que nadie obliga a abrir los domingos, como nadie obliga a existir.
Por supuesto, como recordó ayer, la apertura de comercios 24 horas, 365 días al año, “no es obligatoria”. Qué tranquilidad, verdad. Por el mismo razonamiento, cualquier día legisla la libertad para que los empleados decidan trabajar a cambio sólo del bocata, aclarando que no será obligatorio, sólo para los que de acuerdo con sus jefes lo decidan libremente. La libertad siempre por delante.
Por supuesto, hay consumidores encantados con la medida, felices de poder comprar los domingos o de madrugada. Vivan las cadenas (en este caso las cadenas de supermercados). Es cierto que con los horarios laborales a las familias nos cuesta comprar entre semana, pero también nos cuesta criar a nuestros hijos, y no por ello esperamos que liberalicen los horarios escolares para dejarlos más horas en el cole. Tenemos un problema de tiempo por los horarios laborales y los desplazamientos en una ciudad grande, sí. Que la solución sea ir de compras de noche o el domingo sólo consigue justificar esos horarios, y empeorarlos: si te lo pide el jefe, hoy podrás quedarte un ratito más, que no hay prisa, las tiendas no cierran. Eso sí, no es obligatorio. Es tu libertad.
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