Aunque aparentemente este artículo, cortesía de TerceraInformación, concierne únicamente a Madrid, en realidad sirve como perfecto ejemplo -otro más- del perjuicio que supone la destrucción del sector público, su privatización y el empleo de contratas. Pero es que además tiene un añadido caricaturesco y kafkiano que no tiene desperdicio...
Mirage
http://blogs.tercerainformacion.es/iiirepublica/2011/12/14/aprendiendo-a-ahorrar-con-gallardon/
Cuando pensábamos que el preministro Gallardón era incapaz de encontrar mecanismos para el ahorro va y piensa un sistema para ofrecer exactamente los mismos servicios ahorrándose el Ayuntamiento más de ocho millones de euros: ha decidido sustituir las empresas de seguirdad privada a las que encargó vigilar los edificios públicos cuando empezó a ser alcalde por policía municipal. Es decir, para ahorrar va a recuperar la gestión pública de un servicio público. Asegura Gallardón que ello no supondrá ninguna merma en la seguridad, que habrá la misma policía patrullando la ciudad mientras unos cuantos vigilan también los edificios públicos y que por el camino nos ahorraremos 8.3 millones de euros.
Nada parece más razonable: la única diferencia científica entre un servicio público y uno privatizado es que el privatizado tiene que dejar beneficios al menos a la empresa privada que lo lleva. Para ello hay dos vías no excluyentes: o se suben los ingresos (que son los costes para la ciudadanía) o se reducen los gastos (empobreciendo el servicio público). No hay más. Ocho millones de euros no son muchos, pero si a la seguridad privada se le unieran las escuelas públicas infantiles cuya gestión se ha encargado a empresas, como la de los polideportivos, las programaciones culturales, las… En Madrid prácticamente todo está privatizado (con sus diferentes eufemismos: gestión indirecta, externalización, etc.), así que de extenderse la medida el ahorro puede ser considerable.
Este pequeño episodio de ahorro gallardonita (valga el oxímoron) ilustra de nuevo que la economía funciona mejor cuando en vez de los mantras cargados de ideología neoliberal usamos la razón sin prejuicios. Que lo público funciona peor que lo privado es un prejuicio (desmentido por esta crisis hija del endeudamiento privado socorrido con dinero público). Que si a un servicio se le añade un intermediario el dinero tiene que salir de algún lado es una evidencia. Del mismo modo que es una evidencia que si para reducir el consumo del tabaco lo encarecemos, para reducir el consumo de despidos deberíamos encarecerlos, no abaratarlos.
Resulta curioso cómo quienes tanto nos han intentado convencer de que la economía no es opinable, de que es una ciencia que ofrece recetas unívocas tan poco discutibles como el acorralamiento del bosón de Higgs, sean tan impermeables a la evidencia empírica que guía al resto de científicos. ¿No debería algún asesor neoliberal de Gallardón explicarle que poner policías municipales en vez de contratar a una empresa que gane dinero poniendo seguratas es un despilfarro y empeora el servicio? Lo tienen difícil. Acaso sólo el dueño de la empresa de seguridad que pierda el contrato lo intente ¿No lo habrá hecho Gallardón para fastidiar a Mayor Oreja?
Como en tantos otros campos, la crisis está demostrando que los axiomas dogmáticos en los que han apoyado la economía neoliberal eran falsos y ruinosos para la infinita mayoría (el famoso 99%). ¿Por qué no rectifican? Quizás porque además de falsos eran interesados. Quizás, sólo quizás, por ese 1%.
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