Autor: Juno
Existe
una estructura construida socialmente a lo largo de la historia. Esa
estructura permea y media en todas nuestras relaciones, en todos los
ámbitos, incluso nuestra relación con los hijos que aún no han
nacido, o las impresiones de personas de otras naciones que no
conoceremos en la vida. Esta estructura se construye en la historia a
través del poder,
porque
es una estructura que se
impone.
Estamos hablando del “sistema”(1) -un concepto utilizado principalmente por anarquistas para destacar
el carácter interseccional
de nuestros esfuerzos contra el Capital, el Estado, y cualquier otra
forma de opresión.
Cuando
nos organizamos en el feminismo contra el patriarcado, por ejemplo,
podemos incurrir en el error de hacerlo olvidando e invisibilizando
la realidad de muchas mujeres, como señalaron principalmente
corrientes como el feminismo negro y el transfeminismo. Esto
significa que estamos reproduciendo una forma de poder para llegar al
desmantelamiento de otra. Y que en caso de que venzamos, habremos
subyugado a otra clase. Suponga que el feminismo logra grandes
victorias en los próximos diez años. Si se ha ignorado las realidad
de las mujeres negras proletarias, es muy posible que una gigantesca
parte de las conquistas feministas no atiendan a su realidad y, por
tanto, obtengan derechos que sitúan a la mujer blanca y burguesa
sobre la mujer negra y proletaria. Por más que algunos de los
derechos conquistados puedan servir también a la mujer negra y
proletaria, la ausencia de consideración del otro lado en la lucha
feminista puede dejar más abajo a estas mujeres, porque los derechos
avanzarán dejándolas atrás.
“Si
el poder fuese solamente represivo, si no hiciera otra cosa que decir
“no”, ¿cree usted verdaderamente que llegaríamos a obedecerlo?”
—
Michel Foucault
Esto
ocurre porque el
poder se articula con el objeto de beneficiar y de reprimir.
Por más que estemos luchando para que el precio del billete de
autobús baje, la realidad de quien realmente necesita que el precio
baje resulta invisible, como el hecho de que se
trata realmente de una lucha en torno a veinte céntimos.
Es justamente la perspectiva no interseccional, que ignora la
realidad de la población periférica y proletaria, la que nos hace
pensar que la lucha es más contra la corrupción que contra una
subida de veinte céntimos. La gigantesca mayoría de quienes están
ahí no necesita asustarse por un aumento de veinte céntimos, y eso
convierte en un problema que la lucha sea en torno a un aumento de
veinte céntimos.
La ampliación de las preocupaciones, por encima del precio de la
tarifa, se ve entonces como un gran avance y una mejora. Esta es una
falsa ilusión generada por los privilegios que impregnan los
movimientos sociales, porque cuando
usted sustituye veinte céntimos por “corrupción”, usted no está
ampliando el alcance, usted lo está reduciendo.
Está abandonando una cuestión objetivamente monetaria, que atañe
objetivamente a quien no posee tanto dinero, por una cuestión
patética como la “corrupción” -de la que nadie está a favor, y
que es característica indisociable de la democracia representativa
capitalista.
Vamos a hablar sobre cooptación
Cuando
la población aún no politizada se adhiere masivamente a la
protesta, la infla con discursos ideológicos.
Hincha la protesta de mucho
pacifismo, muchas reivindicaciones vacías (¡contra la
corrupción!, ¡por la educación!), de banderas brasileñas bordeando
el nacionalismo de cantar el himno nacional y, principalmente, de
discursos opresivos, que si predominan entre las personas
politizadas, entre las personas no politizadas aún más. El
machismo, el racismo, el heterosexismo y el discurso higienista
burgués son algunos problemas que parecen estar surgiendo en estas
manifestaciones recientes, incluso en los carteles que sujetamos y
las consignas que gritamos.
No
se trata de adoptar una postura elitista y abandonar todo, saliendo
fuera porque “se ha convertido en una manifestación de derechas”.
El
conservadurismo está aquí y estará de nuevo la próxima vez que
haya una gran adhesión a una protesta.
Se trata de discutir esto con las masas para poder empoderar a quien
está siendo olvidado. Se trata de unirse y organizarse para
reaccionar dentro de la propia lucha. Se trata de abrirse a las
personas aliadas que puedan ayudar a articular discursos de
resistencia dentro de la propia lucha. Será completamente inútil
abandonar el frente. Debemos
ser la protesta dentro de la protesta.
Hay que intentar radicalizarla desde dentro, ya sea en el discurso
-cuestionando los discursos opresivos y reaccionarios que surjan- o
en
la materialidad de las acciones radicales, ya sea en la
contestación firme contra quien está intentando apaciguar a las
masas o en el apoyo inmediato y verbal a la víctima que está siendo
discriminada. No
se calle.
En vez de abandonar el movimiento, debemos organizar en torno de la
postura anticapitalista, principalmente la protagonizada por la clase
trabajadora, y ocupar este espacio. Del mismo modo, ante las
actitudes machistas no hay que abandonar el movimiento. De acuerdo
con la posibilidad de cada persona, es preciso organizarse
conjuntamente, con el protagonismo de las mujeres, ocupar el espacio
y afirmarse como persona que no aprueba esas actitudes.
Hay que construir la lucha dentro de la propia lucha.
Nuestra militancia no puede ser un esfuerzo de persuasión, sino una
táctica de resistencia por insurreción. A mi lado recibo personas
aliadas porque sé que es interesante para cuestionar la opresión en
vivo y en color, pero estas personas deben entender que asumen
protagonismo y responsabilidad al aliarse en estos combates.
¿Será
por azar que Arnaldo Jabor y Rafinha Bastos ahora están de nuestro
lado?
Si
usted tiene esa disponibilidad, esté ahí. Intente organizarse junto
con personas comprometidas para cuestionar estas posturas
conservadoras, principalmente las posturas opresoras, burguesas y
pacifistas. ¿Conoce gente interesada? Tráigales también.
Forje
en la lucha preguntas. Lleve
el transfeminismo al ojo del huracán. Lleve
el antirracismo como cuestionamiento. Cuestione como quien resiste,
no como quien convence. A través de la unión interseccional y la
empatía, para que en cada marcha, ante cualquier tema reaccionario
salten las contestaciones. Si el espíritu nacionalista y
pequeño-burgués estaba en las marchas contra la corrupción, el
espíritu libertario debe permear cada protesta y cuestionar la
opresión en todas ellas. Crear una cultura libertaria es una
urgencia ante la cooptación que el sistema hace de cualquier
movimiento que surge, debido a que las
relaciones de privilegio median las interacciones sociales.
La cooptación es mucho más simple cuando se articula con una
ideología. Cuando
usted habla sobre partidos que están “cooptando” la lucha,
alguien ríe desde su tumba. En este caso específico, los partidos
de izquierda no se están apoderando de nada porque están
articulando una teoría crítica con la que están en desacuerdo la
mayoría de las personas que participan en las protestas. Cooptar la
lucha es lo que hace el conservadurismo, y lo hace muy bien, porque
es el que manda. Antes
de pensar sobre las cosas, estamos al 100% de acuerdo con lo que el
conservadurismo tiene que decir.
Él es la base sobre la cual se asienta nuestro discurso. Su mera
presencia es cooptación. Por eso es tan urgente cuestionarlo -en
nosotras mismas, y en todas las personas-.
Se van a asombrar: la corrupción no es el problema
Protestar
contra la corrupción es como protestar contra el hambre. Es un
objetivo equivocado, porque el resultado será nulo. Y si hubiera
algún resultado, no será para quien lo necesita. El sistema quiere
un movimiento contra la corrupción y por la educación porque
ninguno de sus pilares será amenazado por buenas escuelas y por
políticos que no se corrompen. Los políticos continuarán
legislando para el Capital, como ocurre igualmente en las veneradas
democracias europeas supuestamente “no corruptas”. La educación
continuará formando ciudadanos para el Capital, para atender los
intereses y las demandas del mercado. El sistema quiere un movimiento
contra la corrupción porque si la contestación se dirige contra un
objetivo equivocado, y contesta algo que no representa ningún cambio
fundamental, entonces no supondrá ningún daño. El sistema quiere
un movimiento contra la corrupción y por la educación porque puede
atender el 100% de esas reivindicaciones sin debilitarse ni un poco.
Puede dar escuelas óptimas y reducir mucho los niveles de
corrupción, y continuar siendo una plutocracia capitalista. Hacer
reformas políticas contra la corrupción y simplemente comprar el
viejo cliché de un Arnaldo Jabor indignado porque el PT robó, y
ocultar que existe una estructura gigantesca, de la cual el PT ni
siquiera es el mayor beneficiario. El sistema también inflama a las
masas para que se organicen contra algo: contra algo completamente
irrelevante. Nadie es un problema por estar en contra de la
corrupción. O por pensar que la educación debe mejorar. ¿Qué
significa eso? Significa una adhesión en masa, donde ningún
privilegio necesita ser cuestionado. Las protestas contra causas
consensuales no colocan en jaque a los opresores. ¿Qué pautas y
reivindicaciones surgen de un movimiento conservador? Éstas, y
solamente éstas. Cualquier reivindicación que nombre a los
opresores es tachada de egoísta: “los transactivismos son egoísmo,
porque usted se está preocupando sólo de usted y de otras personas
trans*. Debería preocuparse de algo que atañe a todo el mundo, como la
corrupción”. Un movimiento conservador está completamente en
contra de cualquier bandera de partido político, pero no propone
ninguna forma de organización política en su lugar. El anarquismo
tiene críticas hacia estas vanguardias, pero entre las banderas de
partidos y el completo vacío apolítico hecho de esperanza y algodón
azucarado que propone el movimiento conservador, más vale quedarse
con las banderas rojas.
Un movimiento modelado por el enemigo
El
sistema quiere un movimiento que afirma que “Brasil despertó”
porque ése es un movimiento que desconoce su lugar en la historia y
en las luchas que lo colocaron ahí. Y porque los movimientos sin
perspectiva histórica repiten los mismos errores y los mismos
discursos de quienes dentro de otros movimientos los
institucionalizaron y estabilizaron a la sombra del poder. Pretender
que Brasil despertó sólo ahora es olvidar que las feministas
estaban luchando, y por tanto ignorar lo que ellas tengan que decir,
y hacer su pintada misógina.
Creer que Brasil despertó sólo ahora es olvidar que el movimiento
sindical lleva tiempo haciendo huelgas, y usted se quejaba. Que su
generación despertó no significa que Brasil despertó. Muchas
luchas estaban aquí, a nuestro lado, y si no despertamos
para ellas, somos justamente contra quienes ellas habían despertado.
Brasil no despierta
todo junto, homogéneamente, cuando se despierta en masa para algo
específico. Si esto es despertar, entonces nunca dormimos. Las
opresiones son diversas, y es preciso despertar contra todas ellas.
El
sistema quiere un movimiento que apoye, abrace y se solidarice con la
policía militar, porque el poder no quiere un movimiento que apoya,
abraza y se solidariza con la población periférica, proletaria y
negra. Porque quien quiere dar flores a la policía se olvida de que,
poco tiempo atrás -muy poco-, cuando estábamos enfurecidamente en
contra de lo que sucedió en la Aldeia
Maracanã, quien estaba allí era la policía militar. Porque cuando
nos enfurecemos con lo que ocurrió en Pinheirinho, quien estaba allí
era la policía militar. Es muy simple fijarse sólo en lo que la
policía militar hace aquí cuando lo que hace habitualmente no está
debajo de la sombra de ningún iPhone o ninguna Nikon. Allí, en las
periferias, donde la violencia policial es más brutal, y
completamente ignorada, la policía militar está practicando su
fascismo diario contra los “bandidos” que el manifestante
conservador odia. Si el trabajo de la policía es atender a los
intereses del Capital, es decir, defender la explotación de la clase
trabajadora, ¿cómo podría la policía ser
clase trabajadora? Quien considera a la policía con buenos ojos es
quien no está al margen de sus violencias. Usted tiene margen para
sentir empatía por estas realidades y parar de aplaudir esas
violencias.
“¡La policía es para el bandido, no para el estudiante!”, cantaba la multitud, ayer, a mi lado. “Yo entré en la policía militar para capturar bandidos”, decía en el vídeo un policía entre lágrimas, aplaudido por quienes lloraban emocionados a su lado.
Ir
a las calles porque sí, no es despertar. Una multitud de millones
puede estar en las calles, tampoco eso será despertar. Siempre
existe la idea de que hay que ir a las calles sólo por ir a las
calles,
y eso convence a mucha gente. Y la gente va. Pero como estos espacios
no son espacios de contestación, como son espacios organizados en
torno a algún asunto puntual, en la práctica nada es discutido.
Ésta es la cooptación que lleva a cabo el conservadurismo. Cuando
el Movimiento Passe Livre propone un debate extremadamente puntual
sobre la tarifa cero, y pide eliminar el aumento del precio del
pasaje, una clase media molesta salta a las calles con la cantinela
de “no se trata sólo de veinte céntimos”, porque para ella,
veinte céntimos es muy poco.
Pero
esto sí trata de veinte céntimos.
Ir
a las calles porque sí no es despertar. Independientemente del
número de personas. Es preciso que ocupemos estos espacios, que
reaccionemos dentro de ellos, que llevemos a ellos discusiones
puntuales -como era la propuesta del movimiento Passe Livre- y
resistamos a los desvíos que suceden porque el sistema da más voz a
quienes no necesitan esas reivindicaciones. Hay que distinguir las
personas aliadas de las que no nos importan. Marchar puede ser
romántico, pero no es radical. Un millón de personas sin nada que
decir, sin privilegios que cuestionar, sin cuestionamientos por
hacer, sin patrimonios que quebrar, sin temas que discutir, no es una
multitud que despierta. Es, como mucho, un gigantesco episodio de
sonambulismo político.
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1) En
el texto original en portugués: “estabelecimento”. Ya que se
refiere al sistema de relaciones de dominación, parece más
adecuado traducirlo como “sistema” que como “establishment”
-que en español sólo hace referencia a algunos individuos que
detienen el poder-. De hecho, en un glosario el autor del blog define así “estabelecimento”: “El “estabelecimento” es la
situación actual y, principalmente, el poder vigente que la
sustenta. Sirve para designar al mismo tiempo el estado actual de
las cosas, y las instituciones que las mantienen de esta forma. Es
un concepto utilizado sobre todo por anarquistas, que consideran que
el Estado integra (y siempre integrará) una estructura de poder
concentrado, y que actualmente sirve como defensor, productor y
reproductor de la opresión.” (Nota
de la traductora).
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