Los padres tenemos una consigna: no preguntar, no dar opciones jamás.
Si uno le pregunta a los niños qué quieren para cenar, ya puede despedirse de tener la cena en paz.
Eso te pasa por preguntar, solemos decirle a quien comete el funesto error.
Yo no leo mucho El País, por razones de higiene, pero Rafael Escudero me dijo que no me perdiera el editorial de ayer lunes.
Tenía razón. Es de carcajada.
Izquierda Unida, según El País, ha cometido un gran error, un inmenso error, una equivocación terrible:
En la tesitura de no tener claro qué camino tomar, IU de Extremadura cometió el primer error y tiró por la calle de enmedio: debatir lo que procedía hacer entre sus bases.¡A quién se le ocurre!
Las bases, los militantes, son como críos, ya se sabe. No hay que preguntarles jamás. Se les dice lo que hay para comer y ya está. Lentejas, si quieres las comes y si no las dejas.
Es intolerable que en un partido los militantes puedan opinar. ¡Hasta dónde vamos a llegar! ¿Debatir entre las bases? ¡Sí, hombre, lo que nos faltaba, eso no se le ocurre ni al que asó la manteca!
Una cosa es hablar de democracia, incluso de democracia interna en los partidos, y otra muy distinta créerselo. ¡Hasta ahí podíamos llegar!
Una cosa es hablar de descentralizar y de autonomía y otra creerse que en Extremadura pueden tomar sus propias decisiones. ¡Venga ya! ¡Quien manda manda!
¿Que “la mayoría de sus bases locales” (dice El País) deciden una cosa con respecto a unas elecciones locales? Pues que se fastidien, a quién le importa.
El “primer error” ha sido preguntarles. A los niños no se les pide su opinión.
Nunca.
Con los críos ya se sabe.
En los partidos adultos (el PSOE o el PP) a los más pequeños no se les pregunta nada, como debe ser.
El resto del editorial, aprovechando que se dirige a nosotros, los más pequeños (militantes, ciudadanos, trabajadores por cuenta ajena), a aquellos a quienes no se nos concede uso de razón (la razón es patrimonio de los mayores y de “los mercados”), lo dedica el periódico a contar una de miedo.
Vuelve la pinza, se titula, como se podía haber titulado ¡Qué viene el coco!
La pinza, ese inexistente invento, ese arma mortífera cuyo “resultado fue facilitar la llegada de Aznar al Gobierno“.
En efecto, como todo el mundo sabe, Aznar no llegó al Gobierno por haber obtenido más votos, sino por culpa de… ¡los comunistas! ¿De quién si no?
Los malvados comunistas y su mortífera pinza.
A ver niños, para cenar hay empanadillas, y os las tenéis que comer rápido, y sin hacer bola, que si no vendrán los comunistas con su legendaria pinza y ya veréis, ya veréis… os pincharán en el culo con su pinza, que es lo único que saben hacer.
¡Que sólo saben chinchar!, como aquellos malos malasombra que salían con Valentina, Locomotoro y el Capitán Tan, y cantaban, como si fueran comunistas:
Somos malos malasombraLa esencia de la democracia parece ser que gobiernen los mayores (los bancos, esos fantasmáticos mercados, la Unión Europea, Botín el filántropo, etc.).
somos malos de verdad
somos malos malasombra
que sólo saben chinchar…
Mayores en edad, dignidad y gobierno, como se decía antes.
Por eso estamos los más pequeños in-dignados: porque no se nos concede ni edad ni dignidad ni gobierno.
Y a los pequeños, como decimos los papás en el cole: ¡ni se te ocurra preguntarles! Que coman lo que haya para comer. Y sin protestar.
Si los pequeños se portan bien y se comen todos los sapos que les echen en el plato, se les sentará a la mesa de los mayores. Aprended de Javier de Paz, por ejemplo, ese tipo que, de puro demócrata y socialista, consiguió su premio, pasando de la Juventudes Socialistas a jefazo de Telefónica, en un pis pas, y ahora ya come lo que los mayores y gana una pasta gansa, como los mayores.
Tomad ejemplo de Javi, niños: cuando seas padre, comerás huevos.
Pórtate bien y te harán consejero de una empresa. Entonces ya podrás comer lo que te dé la gana.
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