viernes, 2 de marzo de 2012

De subcontratas y precariedad, amiguismo y políticos a otro nivel

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Entre enchufismo, amiguismo (forma familiar de enchufismo ampliamente utilizado en la economía española, aunque presumo extendido a otros países), políticos que siguen a lo suyo mientras prometen reformas que se quedan en una reducción de una mísera parte de sus sueldos, y empresas que explotan la globalización, el “outsourcing” y los contratos basura, pero que terminan por contratar a becarios a los que no les queda tiempo (ni ganas ni dinero) de siquiera empezar a formar.

Y así acabaremos todos: unos de empresa en empresa (en cualquier lugar del mundo, que se ha vuelto muy grande y muy pequeño a la vez) y otros de autónomos, trabajando por 4 mierdas, porque en el fondo no somos más que subcontratas de subcontratas de subcontratas de subcontratas… a los que al final pagan una mierda para que el cliente original lo pague más o menos caro.

Y es que esto se ha vuelto como lo de la comida: antes, como el transporte era precario y la comunicación no iba más allá de unos pocos pueblos o ciudades, y por supuesto no había energía eléctrica y por tanto nada de neveras ni cosas así para mantener los alimentos, la gente compraba la comida recién cultivada en la huerta de al lado y se la comía. Pagabas cuatro perras al agricultor, que con eso vivía para comprarle a otro lo que le faltaba, y todos tan contentos.
Ahora ¿qué ocurre? El agricultor se ha convertido en peón del empresario (cómo no, como todos), imponiendo así como clase social la industrial (pese a que el PIB del país siga siendo en un 70% o más de la agricultura, ¡ojo!), y como ahora los alimentos se conservan y se llevan en camiones y aviones por todo el mundo, al final al que lo cultivó le pagan 4 duros, le dicen cómo cultivar su propia tierra (de modo que le cueste el triple que antes) y luego venden el producto por 5 veces más de lo que lo compraron. Y ¡ole! Ya tenemos negocio montado.

Igual ha ocurrido con la ropa: antes la ropa la comprabas hecha en tu país, aunque algunas materias las hubieran tenido que importar por un ojo de la cara. Era material industrial y mano de obra nacional. Un buen día a los ingleses se les ocurrió exportarlo igual que se exportaban-importaban las materias primas, y ¡oye! Se montó una revolución industrial y aquí estamos, dos siglos más tarde, en este mundo que tanto ha avanzado tecnológicamente en todos los campos (¡incluso en el de la medicina y el pensamiento y las artes y todo!).

Total, que al final el siguiente paso tenía que llegar. Lo mismo que puedes comprar comida y ropa ya hecha, importada de un país, fabricada en otro, envuelta en otro y que llega al tuyo, ahora tenía que pasar lo mismo con las personas. Porque al final solo somos “cosas”. En manos de empresarios y políticos (que son como empresarios a gran escala que juegan con el dinero del país mediante bancos y empresas y el dinero de los contribuyentes).

Y así llegamos al siglo XXI, a la famosa “globalización” y a todo lo que conllevó. Ahora es muchísimo más barato coger un avión a Bali (una isla perdida por Indonesia), comprarte una camiseta de Harrods “made in India” o un souvenir de Estados Unidos fabricado en China, etc. y comprar productos alimenticios fabricados en media Unión Europea. Igualmente, ahora es muy común encontrar en España trabajando a rumanos, africanos, latinoamericanos, búlgaros, rusos, franceses, italianos… Lo mismo da, todos al montón para formar la sociedad global y multicultural del país en ciudades como Madrid o Barcelona, donde en varios barrios los españoles ya son minoría y esto se asemeja, cada día más, a ese famoso “melting pot” que tanto se alababa en Estados Unidos pero que ahora tenemos a la vuelta de la esquina. Porque entre los rumanos de la obra, los africanos en el campo y los latinoamericanos cuidando de nuestras casas y nuestros hijos, al final da la impresión de que el país lo están sacando adelante los extranjeros, ¿eh? Y ya me lo avisaban en la clase esa de geografía en primero de bachiller, hace ya 9 años: los inmigrantes son el futuro… obligatorio de España. Necesitamos unos pocos millones de inmigrantes para la mano de obra, para poder tener dinero la Seguridad Social para pagar a los futuros cada vez más numerosos pensionistas que, para colmo, ya no sabemos hasta qué edad vivirán, porque con los avances de la medicina y sin guerras…

Total, que los jóvenes españoles de mi generación, que crecimos con padres universitarios de clase media, ya fueran funcionarios del Estado, empresarios o meros peones de empresa (con menor o mayor salario pero que han estado en la misma empresa de por vida), crecimos con la idea en la cabeza de que bastaba con sacarse un título universitario y salir a buscar trabajo para ser un peón en una empresa el resto de tu vida.

Pero el mundo ha cambiado mucho. Eso les funcionó a los nacidos en los 70 y hasta 1985 como mucho, pero luego ya no. Luego se acabó. Los más afortunados de los nacidos en los 70 aún conservan un trabajo que les trae de cabeza. Los menos, se encuentran en el paro o emigrando. Cuando menos tienen la ventaja de tener experiencia, lo cual no indica que vayan a conseguir el mismo salario que tenían hace 5 años, pero al menos les da un “plus” a la hora de buscar trabajo, porque los años de experiencia cuentan, y mucho.

Porque el problema es que, para los que nacimos pasado el 85 y nos hemos estado licenciando en plena crisis, la cosa no ha pintado muy bien… No todas las profesiones son iguales, y todo depende de en qué te especialices, porque hay sectores que sí, ¿eh? Si eres un ingeniero aeronáutico, te va lo de las empresas Airbus y demás, vales mucho y conoces a alguien (fundamental, por desgracia, para cualquier empleo), tienes trabajo de cabeza, y no te va a faltar un salario para los restos, aunque te mandaran algunos años al extranjero. Si te dedicas a la informática y eres un cerebrito puedes acabar como Bill Gates, o simplemente conseguir tu dinerito abriéndoles páginas webs a las empresas. Si te dedicas a la infertilidad o a cosas relacionadas con niños y con educación, también es probable que encuentres trabajo. Y si eres médico o abogado, probablemente también.

Pero de todos modos, no olvides que “hay crisis”, lo que significa que esas empresas, aun en el caso de que les fuera bien (porque también las hay), estarán recortando y explotando al personal por un salario cada vez menor. En cualquier caso siempre ayuda mucho tener un “padrino”, un “amigo” de un amigo de un primo de un cuñado (lo mismo da) que conozca a alguien que te pueda echar un cable, o ser un lameculos, o ser el líder de la empresa, o pertenecer al sindicato o partido (que es como ser un monigote con el consiguiente derecho a tener dinero para el resto de tu vida mientras sepas mantener la boquita callada o decir solo lo que convenga).

De todos modos, lo peor con lo que nos hemos podido encontrar no es eso, que bueno, lo de viajar en el fondo nos gusta, ¿no? Además, se veía venir, y bien que nos aprovechamos para conocer otras culturas y comidas y demás, todo muy exótico. Y lo de la corrupción del amiguismo y el enchufismo tampoco es novedad. Ni siquiera el descaro de los políticos -que son los auténticos culpables y deudores de esas cantidades monstruosas de dinero nacional que la mayoría de mortales no podemos ni concebir- es nuevo, aunque llame últimamente tanto en la prensa.

No, a pie de calle, lo peor que nos pasa a los nacidos después del 85, es que nos hemos licenciado pulcramente, como nos ordenaron, con el plan antiguo y jodido, es decir, que hemos aprendido y sabemos un huevo, hemos aprendido idiomas haciendo buen uso de los programas de movilidad estudiantil y laboral, nos hemos formado, hemos hecho nuestras prácticas, aunque gratis, por adquirir experiencia, y nos hemos dedicado desde que salimos a buscar trabajo a la desesperada y a seguir formándonos como locos, venga másters, doctorados, dale, todo. Lo peor es que después de todo ese esfuerzo que nos ha llevado a ser la generación mejor preparada de la historia de nuestro país, hemos acabado en casa. Sí señor, en casa de papá y mamá, a la espera eterna de encontrar un trabajo que no va a llegar, un trabajo relacionado con nuestra especialidad que nos dé de comer y nos deje vivir en nuestro país. Porque lo más frustrante de todo es que en nuestro país no se nos escucha ni nos valora todo nuestro potencial, que está ahora en el punto de caramelo por explotar; pero que a base de “no” y de directa y abierta ignorancia de que existimos por parte de las empresas, este potencial se está mermando y yendo al fondo de un hoyo muy negro y muy hondo en el que nos acabaremos arrastrando con un trabajo que no tiene nada que ver con lo nuestro pero que será lo único que nos de algo para mantenernos y conseguir la ansiada independencia. Por que es o eso o irnos de nuestro amado y soleado país. Lejos de la comida (que se acabará extendiendo, ya verás), de la familia y los amigos, de la cultura y la ciudad, y del maravilloso tiempo.

Lamentablemente, nuestras alternativas quedándonos en el país son escasas. Como enumeré antes: podemos ser meros peones de unas empresas que nos explotarán sin piedad por cuatro duros hasta que consigamos subir de nivel (lo cual no puede ocurrir, ya que en las empresas piden experiencia -pescadilla que se muerde la cola-), y si consigues un contrato de 6 meses a) te ponen a trabajar en otra cosa por no invertir en formarte o b) te explotan por los cuatro duros de tu contrato de becario o prácticas y, a menos que realmente hagas algo ultravalioso por destacar, que vayas con toda la intención y la ilusión de quedarte, y que tengas la suerte de que la empresa tenga nuevos proyectos, lo más probable es que a los 6 meses te veas de nuevo en la calle, en casa de papá y mamá, con una mano delante y otra detrás, a menos que tengas la suerte de que se den todas las circunstancias anteriores y, eso sí, ten previsto que nada es fijo, te contratarán por otro par de años como mucho. Tu otra opción es arriesgarte a darte de alta como autónomo y rezar por conseguir los clientes (muchas veces serán empresas que hacen subcontratas de subcontratas, cómo no, pero a día de hoy eso hasta te conviene). Opción C: irse de aquí. Y lo siguen haciendo muchos, gotita a gotita. Ni se molestan en intentarlo aquí, se van directamente fuera.

Porque somos demasiados. Demasiada gente formada para un país que no necesita ese tipo de mano de obra… porque le faltan empresarios en I+D. Falta gente innovadora, y a eso se dedican ahora. Es el momento de crear empresa, te dan todo tipo de ayudas, pero claro, como los ricos se guardan el dinero, aterrados ante lo que vaya a pasar políticamente hablando y ante la crisis internacional (bolsa arriba, bolsa abajo), pues la cosa está extremadamente difícil. Para poder crear una empresa, no solo tiene que ser algo innovador en España… ahora, gracias a la globalización, ¡tiene que ser innovador para el mundo entero! Puesto que, si creas un producto que no puedes exportar, nunca podrás crecer más allá de nuestras fronteras, y eso, hoy en día, es ponerse demasiados límites… O no, porque todo depende del mercado, pero vista la precariedad y los cambios, cualquiera se fía. Así que antes de emprender un proyecto tienes que pensar muy mucho en qué es lo que vas a crear y qué futuro le aseguras. Y luego, rezar porque te ayuden y porque salga bien, e invertir años de esfuerzo y trabajo y mucho dinero.

Y bueno, también los hay supervivientes, con mucho mérito, ¿eh? Que se ganan las cuatro perras en la maravillosa economía sumergida, en el mercado negro, con clases particulares o trabajando para quien sea por debajo del salario mínimo que permite cotizar en la Seguridad Social. Seguramente, muchas de esas personas estarían encantadas de la vida de poder cotizar, ¡porque eso significaría que estarían ganando más dinero! Pero igualmente saben que, si así ocurriera, esos clientes en negro desaparecerían, y al final se quedarían sin dinero para pagarle a la Seguridad Social. Por desgracia hay muchos mercados negros así, y aunque entorpezcan a la economía española y también al productor que no cotiza, lo cierto es que entre mi generación somos muchos que, de momento, solo podemos ir tirando con cosas así, trabajos esporádicos a particulares cobrando en negro porque no te pagarían de otro modo. Porque por desgracia, así va el país. A esa corrupción hemos llegado.

Pero lo más gracioso de todo es que, mientras nosotros, los mortales hijos preparados de la clase media española, nos debatimos sobre cómo enfocar nuestras vidas y sobre cómo sobrevivir en esta jungla económica, los políticos siguen creando organismos politizados en los que meter a sus seguidores del partido. Vendiéndote, eso sí, que ellos serán diferentes y ahorrarán, porque están muy “concienciados” con el paro y la crisis. No se lo creen ni ellos. Pero la demagogia política consiste precisamente en eso: en saber mentir con la sonrisa en la boca y soltar discursos más largos que Cicerón o Fidel Castro, que eso sí, nunca llegan a nada… o desde luego, casi nunca llegan a nada bueno para el pueblo, o al menos nada que le llegue a la suela de los zapatos de lo que merece el pueblo. Pero es que ese “uno para todos” siempre terminó siendo “todos para uno(s pocos)”.


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