domingo, 15 de abril de 2012

Repsol no es España

Cuando un grupo o legión de descerebrados decide escupir toda clase de exabruptos sobre un tercer país debido a que el gobierno de éste ha decidido tomar medidas -las que sean- sobre una empresa privada perteneciente -aparentemente, por supuesto- al país del que son naturales los descerebrados, es un signo más que nos demuestra hasta que punto vivimos en una sociedad enferma, repleta hasta arriba de cáncer; absolutamente inconsciente de todo. Sí, un grupo de muertos de hambre -punto que comparten conmigo, por cierto- que han decidido defender a un conjunto de chorizos (emprendedores creo que les llaman ahora) que les estafan con el precio de la gasolina, que desvían fondos a paraísos fiscales, que personalmente pagan impuestos a partir de SICAV y/o directamente defraudan a Hacienda...esto es, verdaderos patriotas de pro, vaya, gente que se desvive por los intereses de su país, sí...no te jode. Y todos ellos hechos de la misma pasta que esos otros 'patriotas' que se dedican a exprimir a sus empleados, a trasladar sus negocios a extremo oriente (o directamente cerrar y subcontratar por ahí) o a aplaudir la reforma laboral. Y alguno habrá compartiendo negociado, eso por descontado. Vaya con los señores 'patriotas'. Y vaya con los payasos que les jalean.

Mirage






http://elobservadorsarcastico.blogspot.com.es/2012/04/cuando-repsol-eramos-todos.html

No hay camiseta sin rasgar en este día de colérica desnudez de la patria. Anda España en guardia porque Argentina piensa quitar a Repsol su filial YPF. La tensión entre las dos naciones ha subido varios escalones en las últimas horas. Cuando ayer salió a hablar el ministro José Manuel Soria –reconvertido en ministro de Guerra- se hizo el silencio en los hogares españoles, que se reunieron expectantes ante los televisores y los portales digitales de los periódicos. Sólo se oía al ministro y los “schhssss” de los adultos mandando callar a los niños. Justo cuando España guardó silencio, la frase golpeó las ventanas: “Si hay gestos de hostilidad, traerán consecuencias”.

Entonces, se desató la histeria colectiva. #WarSpainArgentina era el campo de batalla en Twitter, donde algunos argentinos y españoles se insultaban y amenazaban, ajenos a la hilaridad intencionada del tag. España enloqueció y nos ensangrentamos el pecho a arañazos coléricos de fauces espumosas, como lo sabemos hacer cuando la ocasión merece la pena y nos va la vida en ello: como si volvieran a invadirnos los franceses, como si Argentina le birlase un penalti a la Roja… igual que si tuviésemos acciones en Repsol.

Es un gusto comprobar que aún quedan patriotas capaces de seguir al presidente en defensa de lo nuestro. Al presidente de la compañía, digo. A Antonio Brufau. Porque a los españoles nos da igual que más de la mitad de la propiedad de la sociedad sea extranjera o que sea la segunda empresa española con más presencia en paraísos fiscales (12 filiales en las Islas Caimán y una en Liberia). Es hija de España y punto. Tiene nuestra solidaridad.

Y decir que es hija de España es más que una frase hecha. Ya que Repsol antes era una empresa pública. Es decir: de todos, y no de unos amigotes que valen su peso en oro. Como del Estado argentino era YPF, por cierto. Por tanto, hace ya tiempo que nos expropiaron Repsol; concretamente entre 1989 y 1997, cuando Felipe González y Aznar se la quitaron de encima vendiéndola al peso. Tal sucedió con otras importantes empresas de sectores estratégicos, como Telefónica o Endesa, todos imperios boyantes que obtienen cada año beneficios de miles de millones que no acaban en las arcas públicas. Limosna de un año por los beneficios de una vida. ¿Defender los intereses de España? No me hagan reír.

Jesús Moreno Abad









La única manera de entender las razones que provocan el furor con que el gobierno español, los medios de comunicación y tantos tertulianos de toda laya defienden a Repsol no puede ser otra que comprobar el amplio listado de ex autoridades del Estado, incluyendo actuales ministros, que han estado en su nómina, las miles de páginas y horas de su publicidad que financian a los medios y quién sabe qué otro tipo de influencias más inconfensables e inconfesadas.

Defender la españolidad de Repsol es algo demasiado forzado y olvidar que los que ahora lo hacen con tanto ímpetu fueron, en su gran mayoría, los que promovieron y llevaron a cabo la privatización de empresas que entonces sí que eran efectivamente españolas, no solo porque la totalidad o la inmensa mayoría de su capital era español, lo que quizá incluso sea lo de menos, sino porque la estrategia empresarial que perseguían respondía a intereses nacionales y no globales que apenas si repercuten en el progreso de España y en el bienestar de sus ciudadanos.

Desde que fue privatizada, Repsol tiene su cerebro y su alma puestos en otros lugares e intereses y no se puede decir que haya sido España en su conjunto quien se haya beneficiado de su actividad empresarial. Utiliza paraísos fiscales para tratar de tener aquí la menor carga fiscal posible, ha destruido empleo y a docenas de pequeñas y medianas empresas española al someterlas a condiciones de pagos draconianas a pesar de que cuenta con abundantes recursos financieros y liquidez suficientes.

Es por ello una perversión inaudita que el gobierno y ex políticos en su nómina salgan a defenderla y que no dijeran nada cuando Repsol actuaba de esa manera lesiva para la economía nacional.

Y si la actuación en España de Repsol ha resultado tan escasamente beneficiosa para nuestros intereses nacionales su comportamiento en el exterior resulta sencillamente vergonzoso y justifica que los españoles “de bien y como Dios manda”, por utilizar la expresión que tanto le gusta a Mariano Rajoy, hubieran condenado hace tiempo sus desmanes y tropelías, especialmente, por cierto, en las tierras que en los discursos oficiales tanto alabamos considerándolas como nuestras hermanas. En Ecuador, Bolivia y otras latitudes ha provocado grandes daños medioambientales y sociales y vulnera constantemente los derechos humanos de pueblos enteros, generando una ingente deuda ecológica allí donde actúa. Como otras multinacionales, que en realidad no tienen Patria alguna, Repsol ha promovido gobiernos totalitarios con los que poder llegar a acuerdos que la exonerasen de pagar impuestos y cuando otros dignos y con vergüenza se lo han exigido ha puesto el grito en el cielo y recurrido a su españolidad, como ahora, para recabar el apoyo de gobiernos y medios de comunicación.

¿Dónde estaban entonces los defensores del libre mercado y la competencia, de la justicia, la libertad y los derechos humanos?

En Argentina, como en otros países, Repsol utiliza las respectivas filiales nacionales, como hacen todas las empresas multinacionales, para fijar los llamados “precios de transferencia” (artificialmente bajos para hacer que aparezcan pérdidas allí donde conviene y beneficios en donde pueden conseguir tratamiento fiscal y condiciones políticas más favorables). Y en lugar de orientar la explotación de los recursos nacionales hacia el abastecimiento interno que cubra las necesidades de la población y satisfaga los respectivos intereses nacionales, se utiliza como parte de una estrategia de maximización de beneficios global que, entre otras cosas, pasa por considerar al petróleo, y al resto de las materias primas, como una commodity, es decir, no solo un bien orientado a la producción y el consumo sino, sobre todo, a su utilización como activo financiero para especular con él en los mercados.

Confundir los intereses de Repsol con los de España es un insulto a la inteligencia de los españoles. Ni es española por la composición de su capital -mayoritariamente en manos de intereses extranjeros-, ni por la estrategia empresarial que persigue ni, como he dicho, porque beneficie principal o sustancialmente a las familias o empresas españolas. Más bien todo lo contrario.

Y la defensa numantina que ahora quiere hacer de Repsol el gobierno resulta verdaderamente patética y vergonzosa cuando día a día se somete sin más a los mercados, a los bancos que han provocado la crisis, a los grandes grupos empresariales y al gobierno alemán que impone medidas totalmente lesivas para los intereses españoles. ¡Eso sí que merecería una respuesta valiente y patriota por parte de nuestro gobierno y de los medios de comunicación!

Lo que está haciendo el gobierno es patético y se debe decir claramente: no está defendiendo los intereses de España y de sus ciudadanos, como dice, sino de una gran empresa a la que España, el bienestar de su población o la situación de las empresas que verdaderamente están aquí tratando de sacar adelante la actividad y el empleo sin gozar del apoyo y los privilegios de Repsol, le importan un rábano en el día a día de sus actuaciones

Ya está bien de tanto teatro y de tanta sumisión ante los grandes. Lo que necesitamos en España no son precisamente repsoles que se dediquen a ganar dinero a espuertas en Argentina y otros países a base de mal explotar sus recursos, de evadir impuestos y expatriar beneficios a paraísos fiscales, sino un gobierno digno que se plante ante quienes de verdad están llevando a la ruina a la economía española.


Juan Torres López
Catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla









http://www.eldescodificador.com/2012/04/17/%C2%A1viva-argentina/


Me avergüenzo de ser español. De hecho, cada vez me siento menos español. Y más mongol…. En serio: no es fácil sentirse cómodo en un país como el nuestro, que se preocupa más por la nacionalización de una empresa petrolífera privada que por el proceso político que está desmontando la educación y la sanidad públicas, la base del estado de bienestar de todos los ciudadanos. La afrenta a Repsol abre telediarios y periódicos. El aumento del 20% del número de niños por clase, y la disminución del número de profesores, queda relegado a la condición de anécdota. Cuentan los telediarios que algunos energúmenos ya realizan pintadas ofensivas en comercios madrileños regentados por argentinos. Aún no se conoce, sin embargo, ningún abucheo al presidente del Gobierno. Quizá sea porque permanece escondido…

Le cuento esto en caliente, nada más enterarme de una de esas noticias que nos convierten en un país pequeñito, insignificante: la dirección de TVE, la televisión pública, ha decidido cancelar el episodio de “Españoles por el mundo” dedicado a la Patagonia argentina, que tenía previsto emitir en La 1 tras el partido de Champions. “Para no herir sensibilidades del público y evitar polémicas”, dicen, “tras la expropiación de Repsol YPF por parte del gobierno de Kirschner”. ¿Se puede ser más inepto, más necio y más paleto? Difícilmente. Solo los grandes censores son capaces de gestos tan torpes.

En TVE deben pensar que a los españoles, pobres ignorantes irreflexivos, nos puede salir un sarpullido si vemos estos días en la pantalla el glaciar Perito Moreno o las calles de Ushuaia. Sobrados de patriotismo pero intelectualmente limitados, somos tan zoquetes como para dejarnos llevar por la ira y lanzar un objeto a la pantalla de plasma, esa que compramos cuando vivíamos por encima de nuestras posibilidades. ¡Gracias, ejecutivos de TVE, por evitarnos sofocos, por ayudarnos a controlar nuestros sentimientos heridos!

Una vez solucionado el problema que podía generar la emisión del provocador “Españoles por el mundo” surgen algunas dudas. ¿Deben emitir las televisiones partidos de fútbol con jugadores argentinos? Como español quizá no, pero como seguidor del Atlético tengo que reconocer que Meesi, Di María y compañía hieren mi sensibilidad. Evitemos polémicas: emitamos solo pelota vasca. ¿Y vídeos de Ariel Roth? Nos conformaremos con clips de Raphael, aunque hieran nuestros tímpanos. Y dejemos de comer dulce de leche. Y…

La expropiación de YPF no es un ataque a los españoles, sino a una compañía petrolera de diferentes nacionalidades. No seamos catetos, no seamos ignorantes, que no nos confundan con estas milongas, simples maniobras de distracción. Reservemos todo nuestro amor a la patria, y todo nuestro odio a los ladrones, para exigir que no destruyan ni la sanidad ni la educación pública, bienes de todos los españoles.

¡Viva Honduras!

Perdón, ¡Viva Argentina!


P.D.

Y hablando de “Españoles por el mundo”. Cuentan que Manolo Sanchís, ex jugador del Real Madrid, cobra 6.000 euros por comentar cada partido de Champions en TVE, la televisión pública. Ayer, Bayer-Real Madrid, 6.000 pavos para la buchaca. Esto sí debería “herir la sensibilidad del público y provocar polémicas”.











http://www.publico.es/dinero/429948/repsol-negociaba-la-venta-de-ypf-a-la-china-sinopec


Repsol negociaba la venta de YPF a la china Sinopec

La nacionalizaciópn de YPF por parte de Argentina ha podido desbaratar los planes de Repsol para vender su filial argentina a la petrolera China Petroleum & Chemical Corporation (Sinopec), según informa este miércoles el diario Financial Times. Este diario asegura que justo antes de que el Gobierno argentino anunciara la nacionalización la compañía española mantenía contactos con la petrolera china para vender su participación.

Repsol y Sinopec ya colaboran en sus operaciones en Brasil. Los contactos para la venta se habrían desarrollado a espaldas del Gobierno argentino, a pesar de que el Ejecutivo de Cristina Fernández debía dar su visto bueno a la operación en virtud de su 'acción de oro' en YPF. Los planes se frustaron el pasado lunes tras la expropiación de un 51% del accionariado de la compañía en manos de Repsol.

En una rueda de prensa celebrada este martes en Madrid, el presidente de Repsol, António Brufau, cifró el valor de YPF en 18.300 millones de dólares (unos 14.000 millones de euros) y reconoció haber recibido propuestas por escrito de varias empresas internacionales para adquirir una parte de YPF, pero no se refirió en concreto a Sinopec.

El interés de las compañías petroleras chinas por YPF no es nuevo: en 2009 Petrochina y CNOOC mostraron su interés en adquirir la compañía a un precio de más de 15.000 millones de dólares.








http://blogs.publico.es/otrasmiradas/248/repsol-demagogia-y-corporativismo-liberal/

La renacionalización de YPF mediante expropiación parcial de acciones de Repsol, su principal accionista, permite medir el pulso de la democracia española bajo el actual gobierno de derecha, cuya reacción se ajusta a la propia del corporativismo neoliberal. En éste los gobiernos asumen como principal cometido de su política la preservación de los beneficios de las grandes corporaciones, cuyos intereses representan y de las que en general provienen y a las que siempre vuelven. Todo revestido de un discurso populista demagógico en el que parecen intentar convencer a la población que los accionistas de Repsol no son Caixabank, y Sacyr de la burbuja inmobiliaria sino los trabajadores empujados al paro y desahuciados por las extremistas políticas neoliberales. Lo que resulta llamativo es la generalizada defensa de Repsol y la posición del gobierno -por convicción neoliberal, sumisión o miedo al despido-, por parte de analistas, académicos y tertulianos de los principales medios, que han hecho gala de pensamiento.

Los medios alternativos, las redes sociales e incluso los seguidores de foros de los medios públicos han mostrado la distancia que hay entre el establishment y la sociedad, foso que muestra la debilidad democrática en suma. En vez de procesar los datos de la realidad, la mayoría ha reaccionado como si la expropiación por razones de interés público fuese un acto ilegal en cualquier país, cuando forma parte del ordenamiento legal español (lo establece el artículo 33.3 de la Constitución española y tiene antecedentes de aplicación en la expropiación de Rumasa en los ochenta) al igual que del argentino.

Aunque puede discutirse si la decisión del gobierno es la más adecuada o inevitable, lo que está fuera de discusión es su legitimidad. Otra cosa es valorar si la medida es justa, lo que requiere hacer un inventario de los hechos relevantes. YPF se creó como empresa estatal en 1922 quince años después que se descubriera petróleo en Argentina y fue la primera gran petrolera del mundo verticalmente integrada (exploración, explotación, destilación y comercialización). Hasta los años setenta fue muy rentable y el buque insignia de la Argentina próspera pues su superávit financiaba buena parte de las políticas sociales. La dictadura militar de Videla (1976-83) la utilizó como instrumento de destrucción del Estado, endeudándola en el exterior (su deuda pasó de 370 a 6000 millones de dólares, sexta parte de toda la deuda pública). Sus recursos se usaban para pagar la deuda y favorecer a la Exxon y Shell a las que vendía el petróleo a mitad de coste, lo que la llevó a un elevado déficit. Este expolio y la falta de inversión redujeron sus reservas probadas de 16 a 13 años, los pozos en explotación en un 30% y el empleo desde 50 mil a 32.000 trabajadores. En 1992 seguía siendo una de las grandes petroleras del mundo y altamente rentable cuando el gobierno neoliberal de Menem, continuador de la política económica de la dictadura, federalizó los hidrocarburos (las áreas concesionadas pasaron a manos de las provincias productoras), transfirió su deuda al Estado y procedió a su privatización.

En 1993 Repsol adquirió acciones hasta el 97,81% de su capital, por lo que pagó el equivalente a 11.500 millones de euros actuales, por debajo de su valor real pues está documentado que sus reservas probadas habían sido rebajadas contablemente, y además, la valoración, que depende de los beneficios esperados, se hizo cuando el barril de petróleo estaba en mínimos (10 dólares; año y medio después valía 34 y hoy supera los 105 dólares).

El hecho que en un año Repsol aumentase sus ganancias en un 140%, doblase su valor bursátil y se convirtiera en la 5ª petrolera del mundo por beneficios confirma la sospecha de subvaluación en la venta. La posterior expansión de Repsol en otros países ha estado sostenida con los beneficios de YPF argentina.

Por otra parte, la atribución que se hace Repsol del descubrimiento del riquísimo yacimiento de Vaca Muerta en Loma de la Lata, Neuquén, no se corresponde con la realidad, pues ese yacimiento se sitúa en un área en la que existen otros yacimientos de gas y petróleo descubiertos desde hace décadas, sólo que no se conocían sus características ni cuantía porque aunque se trata de hidrocarburos convencionales están depositados en reservorios no convencionales y a 3500 metros de profundidad, para los que no había tecnología disponible y que además presentan elevados riesgos medioambientales (contaminación del agua, cuestión por la que existen numerosas denuncias contra Repsol). El “descubrimiento” de Repsol consiste en haber aplicado la tecnología que ha permitido llegar hasta los reservorios y cuantificar las reservas. En cuanto a la insuficiente inversión par parte de Repsol, más allá de registros contables, que Repsol se limitó a explotar las reservas de YPF y apenas a explorar lo refleja la fuerte caída de pozos en exploración y en la reducción de reservas medidas en años. Pero también el hecho que entre 2000 y 2010 distribuyó dividendos por encima de los beneficios, es decir que no sólo no reinvertía los beneficios sino que distribuía en cantidades superiores a los beneficios alcanzados. En esto hay también responsabilidad del gobierno argentino, que en los años pasados debió desarrollar una política energética activa y previsora que exigiese a Repsol y demás empresas energéticas presentes en el país que cumpliesen con objetivos establecidos.

En lo referente a participación accionarial y beneficios, entre 2007 y 2011 Repsol vendió alrededor de un 40% de sus acciones por lo que se embolsó unos 9000 millones de euros. Entre 1999 y 2011 la distribución de dividendos de YPF fue de 10.100 millones de euros (el beneficio neto nominal fue de 12.500 millones) y fuese cierto que el actual 57% de participación de Repsol en YPF vale 8.000 millones de euros como proclama Brufau esto supondría para Repsol una ganancia acumulada de 27.000 millones (sin contar las generadas por otras empresas adquiridas con recursos de YPF), es decir un enriquecimiento neto (descontando la inversión inicial) de 15.500 millones de euros, cantidad que arroja una elevadísima rentabilidad sobre el patrimonio neto ya que la compra de YPF fue hecha con préstamos bancarios. Se estima que el beneficio real ha sido superior pues se sospecha que ha utilizado precios de transferencia para enviar beneficios al exterior encubiertos como pagos corrientes. En la actualidad los beneficios generados por YPF representan en torno al 30% del total de Repsol (50% de la producción, 40% de las reservas), aunque en los primeros años llegaron a representar hasta el 60%. Por otra parte Repsol se ha quedado con valiosos yacimientos en Brasil, Ecuador, y otros países, que pertenecían a YPF pero que fueron atribuidos a la matriz, lo que supone otra formidable ganancia materializada en activos.

Es obvio que para Argentina la renacionalización parcial de YPF no resuelve por sí el problema energético, por lo que el gobierno deberá definir una política energética sostenible –requiere inversiones de decenas de miles de euros- que resuelva los retos que tiene el país para reconstruir su aparato productivo en el marco de una estrategia que lleve al país a los niveles de bienestar social que sus ciudadanos se merecen. Por su parte el gobierno de España debería también replantearse su estrategia de mero lobbista de los monopolios que poco o nada aportan a los españoles y elaborar una política energética que no existe.

Jorge Fonseca
Catedrático EU de Economía Internacional y Desarrollo, Universidad Complutense de Madrid, miembro del Consejo Científico de ATTAC








http://www.ecologistasenaccion.org/article22997.html

El Observatorio de la Deuda en la Globalización (ODG), el Observatorio de las Multinacionales en América Latina (OMAL) y Ecologistas en Acción denuncian que, con la defensa de Repsol, el Gobierno apuesta por el cambio climático, el no respeto a los derechos humanos, la contaminación ambiental, la pérdida de biodiversidad, la evasión de impuestos, un modelo neocolonial de relaciones internacionales, la destrucción de empleos, los intereses de muy pocas personas (muchas de las cuales no son españolas) y un modelo energético obsoleto.

Repsol ha mostrado una absoluta indiferencia ante los derechos de las poblaciones indígenas en América Latina. Sin salir de Argentina, en el yacimiento de Cerro Bandera, los derechos de la comunidad mapuche Lonko Purran fueron sistemáticamente violados. En el yacimiento de Loma de la Lata sus habitantes, también mapuches, tienen hasta 17 metales pesados en su sangre, sufren trastornos nerviosos, enfermedades en la piel y hasta se han dado casos de anencefalia fetal. Por estos casos y otros similares, la empresa fue juzgada y condenada por el Tribunal Permanente de los Pueblos desde 2006.

Repsol es un agente importante en el calentamiento global. Las emisiones directas de la compañía ascienden a unos 30 millones de toneladas de CO2 equivalente. Pero esto solo es una parte ínfima de su responsabilidad en el cambio climático, ya que habría que sumarle las emisiones como consecuencia de la quema de los combustibles fósiles que produce, lo que supone más de 1.000 millones de toneladas de CO2 equivalente en un año. Las emisiones totales del Estado español en un año están en torno a los 400 millones de toneladas de CO2 equivalente.

Repsol actúa activamente en la pérdida de biodiversidad. Sus actividades extractivas están presentes en el Parque Nacional Madidi, Reserva de la Biosfera Pilon Lajas, Parque Nacional Isiboro Sécure, Parque Nacional Amboró, Parque Nacional Aguaragüe (todos en Bolivia), Parque Nacional Yasuni (Ecuador), o la Reserva Llancanelo (Argentina).

Repsol pretendía explotar los recursos del campo argentino de Vaca Muerta, recientemenete descubierto. Este campo contiene petróleo de esquisto. Para extraer ese crudo es necesario inyectar en el subsuelo grandes cantidades de substancias químicas, envenenándolo para siempre. Mientras otros países, como Francia, han prohibido ésta práctica por sus graves impactos, Repsol pretendía llevarla a cabo en Argentina.

Repsol representa un modelo de explotación neocolonial al que multinacionales “españolas” se apuntaron desde los años 90. Repsol compró YPF a un precio por debajo de su valor real. Para ello se subestimaron las reservas y se saneó la empresa con dinero público argentino antes de venderla. Por supuesto, tras la compra de YPF, el Tesoro Argentino perdió una parte importante de la renta petrolera que recibía. Repsol compró YPF por 13.158 millones de dólares en 1999. Ahora la empresa española se retiraría con un saldo positivo de 8.813 millones de dólares, aún sin indemnización. El golpe del Gobierno argentino es una prueba clara de que la correlación de fuerzas está cambiando.

Repsol es un ejemplo de empresa que evade impuestos. Es una de las multinacionales con sede en España (que no española) que cuenta con más presencia en paraísos fiscales, en donde tiene 13 filiales a través de las cuáles minimiza el pago de impuestos.

Repsol no crea empleos, sino que los ha estado destruyendo. El ejemplo de YPF tras su compra es paradigmático, pues miles de personas fueron despedidas. YPF tenía más de 55.000 trabajadores, de los que solo quedaron unos 6.000 después de la privatización. Además, la búsqueda de la competitividad le ha llevado a rebajar las condiciones de seguridad de sus plantas, lo que está detrás de la muerte de 9 trabajadores en la refinería de Puertollano.

Repsol no es una empresa española, simplemente tiene su sede en el Estado español. La mayoría de su accionariado está radicado en el exterior. Además, la defensa de sus accionistas es la defensa de los intereses privados de un porcentaje ínfimo de la población.

Por último, Repsol es el paradigma de un modelo energético con los días contados. En Argentina el pico del petróleo se había alcanzado en 1999 y, desde entonces, la producción de sus campos era decreciente. Ni la explotación del yacimiento de Vaca Muerta, ni otros como los que pretende explotar Repsol en Canarias o en la costa brasileña van a cambiar sustancialmente el panorama de agotamiento de los combustibles fósiles.

En conclusión, Ecologistas en Acción, OMAL y el ODG denuncian que al defender Repsol, el Gobierno: NO defiende los intereses de la ciudadanía; dedicando los tan necesitados fondos públicos al servicio del interés de unos cuantos, que actúan en total impunidad social, ambiental y fiscal. Exigimos que se ponga fin a ello, ahora.





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