domingo, 3 de junio de 2012

No es país para pobres


http://blogs.publico.es/altermundista/722/no-es-pais-para-pobres/


Vistas las medidas del Gobierno de Mariano Rajoy, bien podría tener a Milton Friedman o a Friedrich Hayek como asesores económicos, o a Jean Marie Le Pen o Blas Piñar como asesores de política social. Porque díganme en qué gobierno democrático se ha emprendido una batería de medidas antisociales y antidemocráticas de tal calado, a excepción de los países intervenidos. Aunque a España no le hace falta que nadie le intervenga para que se recorten presupuestos sociales, derechos y libertades, a la par que aumenta el paro y se reduce la actividad económica. Aquí nadie nos tiene que enseñar a tomar medidas duras (y a aceptarlas), ¡algo nos debe quedar de 40 años de dictadura militar!

La estrategia de Rajoy es la que mostró con tanto acierto Namoi Klein en La doctrina del Shock. El auge del capitalismo del desastre, que consiste en aprovechar los momentos de crisis y desconcierto para emprender reformas de gran calado que la sociedad no hubiera aceptado en otra situación. Se trata de aprovecharse del miedo para cambiar las reglas del juego. Eso es lo que está haciendo Rajoy con su ultraneoliberal equipo de gobierno.

El Estado español no ha tenido mucho de lo que presumir, pero la sanidad y la educación han jugado en las mejores ligas del mundo desde los años 80, basadas en la universalidad, la solidaridad y el equilibrio social, al tiempo que se aumentaba la calidad.

Con las enormes subidas de las tasas universitarias y los numerosos recortes a la educación pública, el Partido Popular promueve la educación privada, la de esos empresarios que además de votarles les financian las campañas. En no mucho tiempo ya diremos que tenemos que ir guardando, además de para la jubilación, para la universidad de los niños.

Con los recortes y eliminación de la universalidad en la sanidad española, el Gobierno español hace de la sanidad pública un espacio para privilegiados, de discriminación social. El mensaje de la Ministra de Sanidad es que quien se encuentre en situación irregular no tiene derecho a vivir en este país con los mismos derechos que el resto. Esta medida puede considerarse que tiene tintes nazis, ya que no se quiere atender en los centros de salud españoles a enfermos que no tengan un cartoncito con la bandera rojigualda. Quizá la próxima medida sea marcarlos con una “X”. Tiempo al tiempo, la doctrina del shock puede llegar muy lejos.
Según el informe anual que presenta Cáritas sobre la pobreza en España, actualmente tenemos un 22% de pobres (solo superada en Europa por Rumanía y Letonia). Una buena parte de estos pobres son personas inmigradas. Si a su situación de penuria tenemos que añadir un plus de precariedad en atención sanitaria y una todavía menor capacidad de acceso a educación de calidad, convertimos a ciudadanos pobres en esclavos, en parias. La España del PP no es un país para pobres, es un país para esclavos.


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