Si algo no ha cambiado en tiempo de crisis, es que el despido por discriminación sindical sigue haciéndose efectivo.
El pasado 1 de agosto me comunicaron que estaba despedida porque mi rendimiento como profesora de lengua había disminuido y por lo tanto, mermaba la productividad de la Academia C&C de Granada. Muy lejos de la realidad, la razón real era que tiempo atrás la academia tenía a unos 20 trabajadores sin contrato.
Eso merecía una denuncia a la Inspección de Trabajo. Así lo hice. El resultado de la misma fueron dos contratos de trabajo y en mi caso con carácter indefinido y retroactivo desde octubre (fecha en la que entré a trabajar). En ese momento, no se hicieron más contratos indefinidos debido a que la Inspección de Trabajo prefirió mirar para otro lado pese a conocer la situación de irregularidad del resto de mis compañeros. Posteriormente, un comunicado en el que le hacía saber a la empresaria mi afiliación a CC.OO. y las sucesivas reclamaciones, mediante reuniones, como contratos para todos los trabajadores (además, esto era muy importante para poder promover unas elecciones sindicales), vacaciones, salario, eliminación de la cámara que con sonido grababa a los trabajadores, fueron razones suficientes para un despido supuestamente objetivo.
Que se cumpla tanto la legislación laboral como los derechos de los trabajadores sigue siendo una ardua tarea que los empresarios no están dispuestos a asumir y debemos ser los trabajadores lo que tomemos las riendas y no nos dejemos ni explotar ni oprimir. El incumplimiento sistemático que se produce en el mercado de trabajo en general y, en concreto en la academia en la que trabajo reporta grandes beneficios económicos a numerosos empresarios. Por otro lado, la Inspección de Trabajo y el Estado miran para otro lado. La crisis actual tampoco ayuda a mejorar esta grave situación de precariedad, que afecta en mayor medida a los jóvenes, al aumentar el miedo a perder el puesto de trabajo. Cuando parece que nadie hace nada por nosotros, la pregunta que me sigo haciendo es: ¿Qué pasaría si perdiéramos el miedo y defendiésemos lo que es nuestro? ¿Qué pasaría si entendemos que la mejor forma de defender nuestro puesto de trabajo es luchar por él junto a mis compañeros? No nos queda otra. Somos los trabajadores y trabajadoras los que tenemos que organizarnos y defender nuestro empleo, nuestro salario, nuestra libertad sindical. Entiendo el miedo que muchos trabajadores tienen, pero si otros lo han conseguido antes ¿Por qué no lo podemos volver a hacer?
A partir de ahora y una vez conocido el despido por parte de la dirección de la Academia C&C, la respuesta va a ser clara: vamos a iniciar una campaña tanto jurídica como de denuncia pública para conseguir la readmisión en mi puesto de trabajo. Demostrar otra vez más que la lucha sirve y que tenemos todo por ganar. De momento ya hemos iniciado el reparto de panfletos en las puertas del centro de trabajo, se ha convocado a todas las organizaciones sociales, políticas, sindicales y personas que quieran colaborar individualmente para participar en un comité de apoyo y solidaridad, se están preparando varios miles de copias de un cartel y por supuesto, para principios de septiembre, vamos a convocar una concentración para hacerle “publicidad gratuita” a la Academia C&C y que todo el mundo conozca los abusos que están realizando.
Por la readmisión.
Por los derechos de los trabajadores.
Por un contrato para todos.
Por el cumplimiento del convenio colectivo.
Por la libertad de organización de los trabajadores.
¡Esta batalla la vamos a ganar!
Ana Martínez, militante de IA-Granada y afiliada a CC.OO.
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