Hace siglos que nos llevan contando historias parecidas. Y no hace tanto tiempo también lo hizo maravillosamente bien Berlanga en Plácido. Nos contaba Berlanga como en tiempos franquistas se puso de moda, cual must have de nuestros días, eso de "siente un pobre a su mesa".
Eran tiempos ordenados y cristianos donde ejercer la solidaridad y la
caridad era un ejercicio sano, noble y, sobre todo, muy ruidoso. Los
pobres y desheredados eran invitados por generosos y favorecidos
españoles de bien a compartir con ellos unas horas en sus mesas, con su
cubertería de plata, su comida, su vino y su servicio doméstico.
Una vez llena la tripa del invitado y limpiada la conciencia burguesa
del que invitaba, todo volvía a su ser, a esa dura normalidad, a ese status quo adquirido por méritos de unos y deméritos de otros. Claro.
Y nunca hubiera imaginado Berlanga cuando hace años criticaba
esos maratones solidarios navideños que daban en la televisión, por
recordarle un poco a esa caridad gritona y vergonzosa, que una nueva
versión del "siente un pobre a su mesa" iba a llegar en nuestros días más unido que nunca a lo público. O tal vez si hubiera podido imaginarlo, que era Berlanga.
Novales es un bonito pueblo de Cantabria famoso por sus limones y que ha llevado a cabo el pasado viernes un acto solidario de esos que a Berlanga
le hubieran encantado. La idea era esta: aprovechando esos ricos
limones, la generosidad y solidaridad de un pueblo primero y del mundo
entero después, se venderían gintonics y limonadas a toda la gente de
bien que quisiera pagarlos y con el dinero recaudado se daría trabajo a
los parados del ayuntamiento de Alfoz de Lloredo, al que pertenece el pueblo. A los parados en riesgo de exclusión social, esto se remarca constantemente.
Porque tal y como Ollas Cocinex patrocinaba una subasta de pobres, los limones de Novales
patrocinaron el viernes una subasta de parados. Los vecinos donan sus
limones y una iniciativa privada de ginebra, de helados, de transporte y
de baños públicos también aportaría su granito de arena para que la
caridad (perdón, he dicho caridad? SOLIDARIDAD) pudiera hacerse cargo
del tema, del drama del paro.
La información de la que disponíamos los Plácidos que
vamos y venimos corriendo de aquí para allá y donde nos mandan,
ahogándonos con letras y familias detrás no era mucha. Tampoco la
necesitamos que pensarán algunos; lo importante es hacer el bien, ser
solidario, arrimar el hombro, luchar contra el drama el paro.
Los requisitos para los parados elegidos eran los siguientes:
1. Estar empadronado en el municipio de Alfoz de Lloredo
2. Estar en desempleo y no tener ingresos de ningún tipo, ni derivados de bienes patrimoniales.
3. Tener cargas familiares
4. Mayor tiempo de permanencia como desempleado sin percibir prestaciones.
Los parados agraciados trabajarían en servicios públicos sin determinar.
Y así, mientras el gobierno recorta en más de 1.500 millones de euros
programas de empleo, formación y bonificaciones a la contratación o se
piensa si retirar 400€ de ayuda familiar, los afines a él reconocen su
incapacidad para gestionar nada que tenga que ver con el empleo y
recurren a la caridad. Que lo que unos llaman doble moral otros lo
pueden llaman moral liberal. Son matices.
Y todo esto es aplaudido en redes sociales, en periódicos y radios con
una normalidad que asusta. Una normalidad que acepta que la caridad es
lo que nos queda para luchar contra el paro. Aceptamos la inutilidad o
la rendición en el mejor de los casos, para crear un solo puesto de
trabajo de aquellos a quienes votamos.
Y ojalá hubiera sido yo una millónesima parte de ese Berlanga que de todo sabía sacar una sonrisa cuando el viernes estuve allí, en Novales, como atestigua esta foto aparecida en prensa.
Porque a eso de las 20:30, cuando se anunció por megafonía con aires de
animación de discoteca, que la recaudación obtenida hasta entonces daba
para contratar, atención vecinos solidarios, ya a 4 parados!!! ¡¡¡4
parados!!!! no conseguí verle la gracia a pesar de los aplausos y
vítores que allí se dieron. Luego leí que a esa hora la recaudación
ascendía ya a 1.300€. Hagan cálculos, yo soy de letras.
Y tras sortear una camiseta de Ruth Beitia (inocentemente elegida, seguro) y una gorra y camiseta de Dani Sordo (también muy inocente), unas papeletas y la venta de alcohol, limones, helados y limonada en una noche larga de solidaridad e innovación pública, el alcalde de Novales
nos cuenta que se han obtenido unos 8.000€, cantidad con la que se
baraja contratar a siete personas durante un mes, o a tres o cuatro por
dos
meses. Y termina diciendo, como en un final perfecto para una película
de Berlanga, que espera que lo hecho en Alfoz
de Lloredo pueda trasladarse como un abanico a todo el Estado.
Y yo fui crítica con todo esto durante su promoción, lo fui el viernes
mientras lo vivía y lo sigo siendo ahora, ya en frío. Y si, es muy
probable que no hubiera sido igual de crítica si esta mamarrachada
hubiera sido organizada por IU o PSOE aunque me hubiera
seguido pareciendo igual de mal. Pero me gusta pensar que desde la
izquierda no se prestarían a esto, que los estereotipos siguen estando
en los dos lados. Porque no era esto, la res publica no era esto.
Y sí, aunque a algunos no les guste oírlo, esto era una fiesta del PP,
por mucho que lo quieran vender de otra manera. Tal vez no
objetivamente pero si lo era. Porque allí había senadores nacionales del
PP, alcaldes, concejales y tenientes alcaldes del PP, delegados del gobierno del PP, militantes del PP y simpatizantes del PP. Y sí, también había gente que no era del PP; yo misma.
Y sí, como hoy, me podrán llamar de todo y con todo merecimiento porque yo sólo soy una Plácida más de las que tiene que pagar la letra del motocarro, no soy Berlanga y no soy capaz de criticar con su gracia las miserias y vergüenzas que nos está tocando vivir.
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