Cuando entras en una discusión razonada con alguien de derechas -o incluso ni tanto- acerca del malvado comunismo suele haber un momento en el que se recurre al siguiente cliché: "Sí, sí, yo también creo que el comunismo como idea es muy bonita pero el problema de este sistema es que no hay nadie que vigile al vigilante" (argumento que luego usó Orwell para escribir "1984").
Sin embargo, si tan bueno es el argumento, las personas que lo sostienen deberían hacerse a ellos también mismos la siguiente pregunta: ¿Quién vigila a las empresas capitalistas?
Cuándo yo planteo tal pregunta me suelen responder que las empresas se tienen que amoldar a los límites que marcan las leyes democráticas. Y aquí me entra la risa: ¡Ingenuo de mi no me había enterado de que sí que existen límites a esto del capitalismo!
El tener una mujer que trabaja en una empresa de auditoría externa te ayuda a entender muy bien cómo funciona el tema este de la vigilancia a las empresas...
La gente tiende a creer que una de las funciones de las empresas auditoras es la de analizar las cuentas de las empresas para determinar si las cuentas cumplen o no la ley. Nada más lejos de la realidad. Las empresas auditoras se dedican a examinar la información de las cuentas de una empresa para "opinar" de la razonabilidad de las mismas y de la observación de las normas propias normas contables. Esta opinión se ajusta a la propia información que proporciona la empresa auditada.
¿Esto qué quiere decir en romano paladino?
1. Las empresas auditoras no tienen como función detectar el fraude fiscal, labor que corresponde al exiguo cuerpo de la hacienda pública, cuerpo que, por cierto, ha declarado en repetidas ocasiones que no tiene recursos para perseguir el fraude fiscal a gran escala -o sea, básicamente, a grandes empresas y conglomerados empresariales. Hemos de suponer que, tal el cuerpo que fleta el ayuntamiento para poner multas, invertir en detectar el fraude fiscal a gran escala podría salir muy rentable al estado. Por tanto, hemos de suponer que sino se hace es porque no interesa meterle mano a los amos del cotarro capitalista. O sea, bancos y grandes empresas.
2. Cualquier juicio de valor sobre la "ética" de los libros contables es irrelevante para un auditor. Las empresas auditoras evalúan las cuentas de una empresa en base a la información que la propia empresa les proporciona. Esas cuentas tienen que estar basadas en normativas contables. Así, si los ingresos de una empresa están basados en engaños o manipulaciones de precios a un auditor le da igual. Lo que le importa es saber si efectivamente lo que se contabilizó como ingreso en los libros fue, técnicamente, un ingreso.
3. Las empresas auditadas pagan a los auditores. Obviamos las implicaciones de este punto. Suponemos que todos han oído hablar del "conflicto de intereses"....
En la práctica lo único que le interesa a los directivos de las empresas a las que audita mi mujer se reduce al siguiente mantra:
Certificar por medio de esa auditoría externa que doy el beneficio que se me ha pedido para poder obtener mi bono.
Como ya expliqué en una de mis primeras entradas (El Número Áureo), los directivos de las multinacionales perciben gran parte de sus ingresos anuales a través del bono que va ligado a unos objetivos de venta y a unos beneficios (este bono supone normalmente más de un 50% de sus ingresos).
Como los objetivos de un año son un porcentaje de crecimiento frente a los del año anterior lo que les interesa es dar JUSTO ese objetivo ya si está por encima del objetivo su bono apenas se ve alterado y se lo está poniendo más difícil para el próximo año. ¿Qué hace entonces?
Si el beneficio es superior al objetivo marcado no lo reconoce como beneficio sino como "reservas" o "provisiones" (una figura contable de gran controversia).
Si el beneficio es inferior al marcado coge las "provisiones" o "reservas" de años anteriores (aduciendo que la "provisión" anteriormente dotada ya no es válida) o con otros mecanismos que incluso el propio auditor le puede recomendar (!?!).
En la contabilidad hay normas y se van introduciendo nuevas. Ojo, digo normas. No leyes. Esas normas son susceptibles de "interpretación". Y de esa interpretación abusiva de las normas (lo que da la cohartada de legalidad) es de dónde se nutre el fraude fiscal en su mayor parte...
¿Alguién se acuerda de Enron? Enron consiguió a través de le interpretación contable amasar tal fortuna que la convirtió en pocos años en la séptima empresa más grande de Estados Unidos. Sus cuentas estaban auditas y certificadas por una de las mejores auditoras del mundo: Arthur Andersen.
Así pasó de ser una compañía que producía gas a ser una compañía que compraba y especulaba con el gas obteniendo fuertes beneficios contables por ello.
El resultado de todo esto fue un incremento espectacular del precio del gas en California. Lo que los "angelitos" de Enron hacían era provocar, a propósito, cortes de suministro creando una sensación de escasez de energía para poder así vender a los californianos el gas que previamente habían comprado ellos a un precio varias veces superior al precio de compra (ver gráfico de precios).
Esta subida de los precios de la energía le costó el puesto al gobernador de California. Ni que decir tiene que su sustituto, Arnold Schwarzenegger, había sido financiado sustancialmente en la campaña por una de las empresas líderes del país: Enron.
(si tenéis 6 minutos os recomiendo este video sobre el caso de California para ver el tipo de calaña -por no decir otra cosa- que maneja algunas empresas. Algunas grandes empresas. No tiene desperdicio).
Todo esto me hace pensar en ese dogma al que parecen que se aferran muchos políticos y "lideresas" de este país: Las empresas privadas gestionan mejor que las públicas y por tanto hay que liberalizar sectores.
Las empresas públicas son más opacas, las privadas son auditadas y responden a las reglas de mercado. Más aún, se nos dice que la competencia entre ellas repercutirá en bajadas de precio para los ciudadanos.
Mientras no haya nadie que las vigile las empresas privadas harán lo que siempre han hecho: Maximizar sus beneficios pasando por encima de quién sea.
Y... ¿de verdad algún político serio piensa que hay mecanismos de vigilancia garantistas hoy en día? ¡Ja! Lo que pasa es que lo que no quieren/no pueden/no se atreven a ponerle el cascabel al felino capitalista.
Y como el pueblo tampoco se queja...
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