http://blogs.publico.es/davidtorres/2013/01/23/la-helenizacion/
Hace unos días la delegada del gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, se mostró muy preocupada por lo que ella interpretaba como síntomas de la progresiva helenización de la sociedad española. Habría que ver que entiende la señora Cifuentes por helenización, si la fea costumbre de arrojar cascotes y quemar contenedores por la calle, o la afición a quedarse en casa por las tardes oyendo a Elena Francis. Sea lo que sea, parece que la delegada olvida que Grecia, en su mejor momento, inventó la filosofía mientras que España, en su mejor momento, inventó los toros.
Los helenos han deconstruido el Paternón piedra a piedra para lanzárselo a la cara a las fuerzas del orden. Grecia ha puesto al día su estatuto turístico: ya que la gente viaja para ver ruinas, mejor actualizarlas. La moda del pedrusco volador afecta de momento a toda el área mediterránea. Un amigo que vive en Lisboa me contó que asistió a una de las cargas que la policía portuguesa lanzó contra los manifestantes después de aguantar tres horas a pie firme una lluvia de adoquines desempedrados diligentemente por una multitud rabiosa. Le repliqué que en Madrid la poli no tiene tanta paciencia y que, si faltan piedras, las tiran ellos, igual que la claque en las obras de teatro.
Los tres, en efecto, son países mediterráneos pero lo que en Grecia es tragedia, en España se viste de sainete y en Portugal se resuelve en fado. Concretamente, los españoles somos mucho de gritar y de te voy a meter dos hostias, pero a la hora de la verdad, como contaba Cervantes, nos la envainamos y preferimos irnos de cañas. Somos un pueblo de sangre caliente que se enfría a la media hora, un pueblo de achuchones y repentes que lo mismo te monta un dos de mayo que aguanta cuatro décadas la bota de un general enano.
Personalmente, dudo mucho de esos profetas que auguran un apocalipsis con gasolina en cuanto el caso Bárcenas quede reducido a un cursillo de esquí con cinturazos (que, al paso que va, es lo más probable). Al pueblo español la política se la trae al fresco, únicamente ejerce de pueblo los domingos y sería capaz de echarse al monte sólo si le tocan lo más sagrado. ¿La misa? Qué va: el fútbol. Por eso mismo la Generalitat ha empezado el rescate del país por su parte más delicada, esto es, el Valencia C. F. Lo cual demuestra que nuestros próceres pueden ser muchas cosas, y de hecho, lo son, pero no tontos. Ya pueden cerrar hospitales y alfombrarse las calles de paracaidistas desahuciados que, como su equipo baje a segunda, en Valencia se monta la guerra de Troya.
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