Autor: JoaquimJuky
Martes, 21 de Mayo de 2013
Réplica al artículo de Risto Mejide titulado “No busques trabajo”, que ha tenido una incidencia vírica en la red.
No busques trabajo. Así te lo digo. No gastes ni tu tiempo ni tu dinero, de verdad que no vale la pena. Tal como está el patio, con uno de cada dos jóvenes y casi uno de cada tres adultos en edad de dejar de trabajar, lo de buscar curro ya es una patraña, un cachondeo, una mentira y una estúpida forma de justificar el carácter absolutamente antisocial del sistema socio-económico que nos exprime -el CAPITALISMO-, la bajada de pantalones de las políticas que lo amparan, expandiéndolo internacionalmente y desarrollando nuevos métodos de acumulación de riqueza, de desposesión y de mercantilización de las necesidades humanas. Dejemos de legitimar lo poco que les importamos a los que mandan que, por si no te habías dado cuenta, son los que acumulan el capital.
No busques trabajo. Te lo digo en serio. Si tienes más de 30 años has sido dado por perdido. Aunque seas una persona –hombre o mujer, migrante de aquí o de allá, con unas características u otras- y tengas aptitudes que concuerden o no con determinados parámetros elitistas de desarrollo intelectual o profesional; esté infectada o no tu formación por el virus de la “titulitis” que tiende a mediocrizar y adoctrinar el conocimiento. Aquí -innecesario ya el estado del bienestar para la contención social, saqueados los restos de la burbuja financiera y sin una estructura productiva que nos dote de soberanía económica alguna. Dónde vas pidiendo nada. Si ahí afuera tengo a 20 mucho más jóvenes que no me pedirán más que una oportunidad, eufemismo de trabajar gratis. Anda, apártate que me tapas el sol.
Y si tienes menos de 30 años, tú sí puedes fardar de algo. Por fin la generación de tu país duplica al resto de la Unión Europea en algo, aunque ese algo sea en la tasa de desempleo –o en corrupción, o en represión, o en medidas antisociales, en aceptación de dictaduras fascistas latentes o consumo de telebasura en la que participan personajes como el autor del texto original y que mantiene atontado a tu pueblo-. Eh, pero no te preocupes, que como dijo el maestro los récords están ahí para ser batidos. Tu sigue esperando a que el capitalismo sonría con su rostro más amable, a que la clase política que les es propia y que vela por sus intereses desde el estado burgués –vaya, deja que me ría de su clamor liberal por la no intervención del estado cuando a sangre y fuego imponen reformas laborales y sociales, estructuras ideológicas y rescates a la banca, culpable de nuestra situación- deje de hacerlo y mire por las necesidades de las personas. Pon a prueba tu paciencia mariana y vas a ver qué bien te va.
Por eso me atrevo a darte un consejo que no me has pedido: tengas la edad que tengas, no busques trabajo. Buscar no es ni de lejos el verbo adecuado. Porque lo único a que te arriesgas es a no encontrar. Y a frustrarte. Y a desesperarte. Y a creerte que es por tu culpa. Y a volverte a hundir.
No utilices el verbo buscar.
Utiliza el verbo exigir. Utiliza el verbo cooperar. Utiliza el verbo expropiar. Utiliza el verbo luchar. Utiliza el verbo militar. Son más difíciles, sí, pero lo mismo ocurre con todo lo que se hace real. Que se complica.
Da igual que te vistas de militante juvenil, de cooperativista, de okupa, de activista de la PAH, de parada organizada en plataformas y asambleas, de marea, de huelguista represaliada, de medio de información crítico y autogestionado, de militante de un partido sólidamente orgánico, de participante de un movimiento heterogéneo y bienintencionado... La cuestión, si queremos evitar la barbarie, es encontrar alternativas plausibles al CAPITALISMO. Por si no lo has notado, ha llegado el momento de una economía participativa y centrada en solventar las necesidades colectivas. Se terminó el “tutururú”; de ahora en adelante la única opción de una vida que merezca la pena ser vivida es aquella donde la sociedad controle la economía y la ponga a su servicio. Empieza a conjugar en primera persona, pero en plural. Nuestro departamento de I+D (eso que tenemos sobre los hombros) hace tiempo que tiene sobre la mesa el encargo más difícil de todos los tiempos desde que el hombre es hombre y las mujeres son mujeres: diseñar unas relaciones sociales que satisfagan las necesidades materiales de todas, los límites ecológicos del planeta, una democracia real y participativa y el fin del patriarcado o el racismo. Si se me permite, añadiría que se desarrolle desde un punto de vista desprovisto del narcisismo eurocéntrico.
Suena jodido. Porque lo es. Pero corrígeme si la alternativa nos está pagando las facturas.
Trabajo sí es un buen sustantivo tampoco. Porque es mentira que no exista. Trabajo hay. De hecho, sólo en CAPITALISMO es posible una crisis por sobre-acumulación. Lo que pasa es que ahora se reparte entre menos gente, que en muchos casos se ve obligada a hacer más de lo que humanamente puede. Lo que tenemos que hacer es reapropiarnos de nuestro trabajo y ponerlo a nuestro servicio y no a manos del capitalista que se lucra de una explotación velada.
Lo llaman productividad. Otra patraña, tan manipulable como todos los índices. En realidad es la extracción de plusvalor que mueve a la inhumana maquinaria capitalista y que se engrosa de forma proporcional a la que se adelgazan nuestros derechos. Pero en fin.
Mejor búscate entre las necesidades colectivas. Mejor busca qué necesidades hay por satisfacer. Resituemos las necesidades humanas como eje del sistema productivo. De cada cual según sus capacidades a cada cual según sus necesidades, que decía un gran community manager de la teoría y la acción de la clase obrera. Lo difícil es ser un Amancio Ortega y no 1127 obreras muertas en una fábrica, por ejemplo en Bangladesh. El CAPITALISMO buscará deshumanizar y saquear a las trabajadoras; si Taiwan le es más rentable, deslocalizará. Si el sector no es rentable, aunque sea necesario, lo destruirá. Si la migrante o la mujer tienen una mayor explotación legitimada, lo aprovechará. Por cierto ¿qué es la soberanía económica hoy en día?
No busques trabajo esclavo. Mejor coopera con otras trabajadoras. Mejor pide una renta básica de las iguales. Mejor exige que se termine con la externalización de los servicios municipales. Busca el modo de reinventar las relaciones con las otras personas, que yacen alienadas e infelices por un sistema socio-económico que las deshumaniza y las hace adoradoras de lo que ellas mismas producen; inventad el idioma de la felicidad, la lucha y la transformación. Idioma cuyo único sujeto puede ser antipatriarcal, por cierto.
No busques trabajo. Mejor busca a una compañera, a una camarada, a un proyecto colectivo. Reduce sus miedos, ofreceros apoyo mutuo, con compromiso, y prométele que vuestro proyecto se irá dibujando a base de errores y sed de aprendizaje, con la dialéctica que nos impulsa a avanzar en rigor y determinación. Y por el camino, recobrad la confianza colectiva, que muchos años ha hecho daño ya el individualismo posmoderno. No pares hasta obtener un sí. Vendrá acompañado de algún pero, tú tranquilo que los peros siempre caducan y acaban cayéndose por el camino; por el camino caerán Felip Puig, Juan Rosell, la FAES, el grupo PRISA y sus editoriales de clase, la BRIMO, los ayuntamientos corruptos, la patronal, la España rancia y opresora de la Duquesa de Alba y de una transición-mentira, Wert y su adoctrinamiento franquista, los deshaucios y las contrareformas de Gallardón, la caverna y el sistema financiero privado.
Y a continuación, déjate la piel por el nuevo horizonte. Convertid la felicidad de todas en vuestra obsesión. Todas somos imprescindibles si queremos ganar el mundo de las personas sobre el de las cosas.
Por último, no busques trabajo. Busca una vida de la que no quieras retirarte jamás. Y un día a día en el que nunca dejes de aprender. Intenta no venderte y estarás mucho más cerca de que alguien no pueda volver a comprar la fuerza de trabajo de otra persona tan desposeída que no le queda nada más de lo que vivir. Ah, y olvídate de la estabilidad, pero también la mediocridad y del tedio. Ahora no es hora de permanecer ociosas; es hora de luchar. Las que no tenemos nada que perder, tenemos un mundo por ganar. Intenta que tu consumo sea crítico y que no te impongan necesidades superfluas que condicionan tu felicidad. Y sobre todo y ante todo, jamás te hipoteques, piensa que si okupas no sólo estarás ahorrando lo poco que te han dejado sino que estarás atacando a una de las cadenas más pesantes con las que el CAPITALISMO ata a la clase obrera; la vivienda como propiedad privada susceptible de especulación cuando debería ser un derecho fundamental garantizado.
Hasta aquí la mejor ayuda que se me ocurre, lo más útil que te puedo decir. Ya, ya sé que tampoco te he solucionado nada. Aunque si esperabas soluciones y que encima esas soluciones viniesen de mí, tu problema es aún mayor de lo que me pensaba.
No busques trabajo. Pero, sobre todo, no leas a Risto Mejide.
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