domingo, 26 de junio de 2011

¿Miedo? ¿Pánico? ¿A quién teme el lobo feroz?

http://blogs.publico.es/trabajarcansa/2011/06/25/alarma-panico-vertigo-tragedia/

“Los mercados están muy nerviosos, y necesitan para calmarse una solución formal, que adoptemos las medidas que sean necesarias.” -Joaquín Almunia, vicepresidente de la Comisión Europea-



Otra semanita de sobresaltos, y ya hemos perdido la cuenta de las que llevamos. Recorto la prensa de ayer: “Alarma en los mercados”, “Pánico en los mercados”, “Vértigo en los mercados”, “Tragedia en los mercados”. Deberían renovar las expresiones, que están ya muy vistas. Para el próximo susto sugiero subir un escalón: “Terror en los mercados”, “Pesadilla en los mercados”, “Sálvese quien pueda en los mercados”, o incluso “Los mercados y los niños primero”.

Ahora bien, no todo el mundo se ha enterado de que los mercados sufrieron esta semana pánico, vértigo, alarma y tragedia. Reviso la prensa europea, tanto diarios generalistas como económicos, y ni en Francia, ni en Italia ni en Alemania, ni siquiera en Portugal, encuentro expresiones tan dramáticas. Todos informan del comportamiento de las bolsas, las dudas sobre Grecia, las primas de riesgo, pero ninguno habla de pánico, vértigo, alarma ni tragedia.

¿Entonces? ¿Quiénes son los asustados? ¿Los mercados o nosotros? ¿Quién asusta a quién? ¿Por qué nos dicen que los mercados necesitan confianza, si en realidad somos nosotros los que estamos que no nos llega la camisa al cuerpo cada vez que nos dan otro susto y oímos repetir las consignas: “España no es Grecia”, “España no necesitará ser rescatada”?

Para acabar de tranquilizarnos, ayer se aprobó la “Estrategia Española de Seguridad”. Junto al terrorismo, las guerras o el crimen organizado sitúa como amenaza para España la “inseguridad económica y financiera”. Y entre los riesgos a tener en cuenta, el primero que aparece es “el propio funcionamiento del sistema”. Ah, qué bien.

Decía esta semana el Gobernador del Banco de España que nuestro país sigue sometido a una “vigilancia muy estricta por parte de los mercados”. Esos mismos mercados que son considerados una amenaza para la seguridad nacional. Vamos, que nos tienen rodeados, y no hay pasadizo secreto para escapar. ¿Cabe combatirlos, podemos esperar ayuda de nuestros vecinos para resistir el asedio, o sólo queda rendirse y rezar para que no hagan mucho destrozo?





http://blogs.publico.es/trabajarcansa/2011/06/12/%C2%BFa-que-tienen-miedo-los-empresarios/


“Si los empresarios tienen pánico a contratar, habrá que quitárselo, habrá que tranquilizarles, darles confianza.” -Esteban González Pons, secretario de Comunicación del PP-

Por más que busco en los manuales clínicos de fobias, no encuentro ese miedo del que lleva tiempo hablando la patronal: el miedo del empresario a contratar. “Pánico”, en expresión del presidente de la CEOE. “Horror”, según el gobernador del Banco de España.

El “pánico a contratar” no es como el temor a volar, a las arañas o a la oscuridad. En la definición patronal se parece más al de esos propietarios que no alquilan sus pisos por miedo a que los inquilinos se los destrocen, les dejen de pagar y no haya quien los eche. Así, los empresarios no contratarían porque les da sudor frío pensar que luego, si las cosas van mal, no podrán despedirlos, ni modificarles el sueldo o la jornada.

Sé que muchos empresarios las están pasando canutas. Pero por lo que conozco, en sus pesadillas no aparecen empleados atornillados a la silla e inflexibles como piedras, sino créditos denegados, pagos aplazados, acreedores haciendo cola, y consumidores con los bolsillos hacia fuera.

La contratofobia, como la mayor parte de fobias, tiene una base irracional, y se basa en falsas creencias: en primer lugar, el mito de que el mercado español es muy rígido, que despedir es caro y difícil.

Nadie lo diría, en un país donde se despide de cien en cien (incluso con beneficios), donde dos millones y medio se han ido a la calle desde el comienzo de la crisis, algunos sin cobrar salarios atrasados. Un país donde tras sucesivas reformas hay un amplio catálogo de modalidades de contrato, algunos baratísimos y de despido fácil, y subvencionados. Por no hablar de la “flexibilidad”, que existe de hecho antes que de derecho, como bien saben los muchos trabajadores que han visto modificadas sus condiciones por la vía del “son lentejas”.

La insistencia en el miedo a contratar busca reforzar otro mito, igualmente falso: la creencia de que las reformas laborales crean empleo. Mientras no se recupere el consumo, siga cerrado el grifo del crédito, y continúen las asfixiantes políticas de ajuste, ya pueden reformar lo que quieran, que el miedo no se irá ni con ansiolíticos.



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