Fuente: http://blogs.que.es/14667/2011/6/14/paro-desigualdad-exclusion-y-pobreza-males-endemicos-la
España registra una de las mayores tasas de pobreza de la UE, una situación especialmente grave entre los niños y ancianos.
Se consideran pobres todas aquellas familias y personas que se sitúan económicamente por debajo del "umbral" del 50% de la renta media disponible neta en el conjunto del Estado.
En los hogares con niños el impacto de la crisis se está notando de manera más intensa. Según una encuesta, el 49% de la población manifiesta que la recesión les ha afectado al bolsillo, un porcentaje que se eleva al 60% en el caso de hogares con menores.
En España, casi uno de cada cuatro niños españoles está en riesgo de pobreza relativa, es decir, que viven en hogares que tienen unos ingresos inferiores al 60% de la mediana nacional. Este dato sitúa a España a la cola de los 27 países miembros de la UE. Sorprende además que dicha tasa se sitúa entre las más altas de la UE (con una media del 20%), sólo superada por Rumania, Bulgaria, Letonia e Italia. En 2010 la tasa de menores de 16 años en riesgo de pobreza se ha incrementado del 23,3% del año pasado hasta un 24,5%.
Un informe de UNICEF España destaca que este porcentaje presenta una tendencia ascendente. Los datos revelan que la pobreza infantil se concentra sobre todo en hogares con familias numerosas, en las que el 44,4% de los menores están en riesgo; o monoparentales (el 38,6%). También en las que los adultos están desempleados o tienen un empleo precario.
España ocupa, junto a Grecia, el último lugar de la UE en el gasto público en familia e infancia, con un 0,7% del PIB, por debajo de la media de la UE (un 2,3%). Sí, han leído bien; "el último lugar de la UE , junto a Grecia".
La pobreza tiene muchos riesgos, algunos son de efectos inmediatos y otros se alargan en el tiempo. Pero si no se buscan fórmulas para cortar las causas, para mejorar la situación, el daño persiste en el tiempo agravando el problema, llevando a muchas personas a un callejón sin salida.
España es de los pocos países de la UE que no aprovecha los ciclos expansivos para proteger a la población más vulnerable, y es el único país en el que en se emparejan años de bonanza económica con la incapacidad para reconducir una situación especialmente grave.
Los períodos de bonanza no repercuten en políticas públicas y mejoras sociales sustanciales. Aunque en estos períodos se reduce el paro (quedando siempre en tasas muy superiores del resto de países de la UE), aún así sigue empeorando la situación de el número de excluidos, la pobreza infantil y de los ancianos. La desigualdad entre ricos y pobres cada vez es mayor.
En una época de grandes desigualdades sociales, los gobernantes, empresarios, agentes sociales y el poder económico deben redefinir su agenda y prioridades buscando un equilibrio entre la voracidad del poder económico y las personas para responder a las necesidades de la población.
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