...Al volver a abrir los ojos un tiempo después (quizás días, quizás meses más tarde), la gente a su alrededor hablaba un idioma extraño. La luz, las casas, las calles, los sonidos, todo era distinto y a la vez misteriosamente familiar: una dimensión paralela que siempre había estado ahí, transitando en el mismo tiempo sin que la intuyeran. Poco a poco, empezaron a encontrar gente como ellxs que también se había lanzado desde aquel precipicio. La luz era tenue, las voces tímidas en el hostal donde algunos ya trabajaban. Bajo el murmullo del televisor, y detrás de las voces de ancianos que beben cerveza, todos entablaban conversaciones y trazaban mapas de los caminos que habían seguido, de los atajos que encontraban y de sus planes para seguir orientándose en este Nuevo Mundo.
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