viernes, 12 de octubre de 2012

Nueva vuelta de tuerca del capitalismo: la desmovilización ciudadana


http://rebelion.org/noticia.php?id=131085

Lejos quedó la tesis marxista basada en la existencia de unas condiciones objetivas (contradicciones) para que, de manera mecánica, se diera el tránsito de una sociedad capitalista a una sociedad comunista. El capitalismo, dominado por la economía liberal y por un sistema político llamado democrático (pero basado únicamente el depósito cuatrienal de una papeleta), ha ido sobreviviendo a pesar de las continuas crisis inherentes al propio sistema. Las causas de ello son complejas y no es éste el espacio adecuado para desarrollarlas, pero queremos señalar algunas pinceladas que muestran la extraordinaria capacidad de reinvención del capitalismo, a pesar de que no es un sistema eterno, sino que tarde o temprano está llamado a desaparecer, como se pronosticó desde el marxismo.

A principios del siglo XX se señalaba a la alianza entre el proletariado y al campesinado, bajo la dirección del primero, para iniciar la revolución socialista. Pero esto sucedía en una fase industrial del capitalismo que tenía como fuente de recursos y mercado de consumo los propios territorios nacionales. A pesar de que la llama prendió en algunos lugares (Rusia, China, etc.), el capitalismo se reinventó mediante procesos de internacionalización de la cantera de recursos y de la sociedad de consumo. Esto provocó el crecimiento paulatino de la llamada clase media, que empezó a engrosar hasta reducir los sectores del clásico proletariado y de la clásica burguesía. El aumento de capacidad de consumo, necesario para mantener la superproducción industrial, originó un sentimiento de bienestar nunca sentido por las masas de la población y sólo interrumpidas por las cíclicas crisis de superproducción y subconsumo. De este modo, el bienestar de amplias clases medias de países desarrollados descansa sobre la explotación (vía proyectos de desarrollo con endeudamiento, o bien deslocalización industrial para disminuir el coste de la mano de obra) de países en vías de desarrollo, quedando para la clase media de los países desarrollados las funciones de consumo de los bienes producidos, los servicios y el capitalismo especulativo. Y descansa también sobre la explotación de recursos no renovables en cantidades insosteniblemente crecientes, sin mencionar los daños ambientales y la pérdida general de calidad ambiental en los países en vías de desarrollo, amén de otros impactos de carácter más global pero contemplados como problemas a largo plazo (ej. cambio climático, lluvia ácida, destrucción del ozono, desertización, etc.) y por tanto no preocupantes para las ansias cortoplacistas de enriquecimiento y consumo.

El movimiento ciudadano y los mecanismos de desactivación

En este marco socio-económico, la sociedad civil sólo se moviliza masivamente cuando ve amenazada su bienestar, su acceso al empleo y su capacidad adquisitiva (ej. huelgas generales y otros movimientos sociales). En las temporadas de burbuja de desarrollo entre dos crisis, sin embargo, muchos sectores de la sociedad civil, críticos con el sistema, luchan organizadamente contra los abusos del poder y de las grandes corporaciones, a través de lo que genéricamente podemos denominar movimiento ciudadano. Es un movimiento que el sistema tiene que admitir, en tanto que se basa en principios constitucionales propios de toda democracia: la libertad de reunión y de asociación. El sistema admite el movimiento ciudadano porque está controlado mediante leyes, limitando sus posibles acciones a un marco legal decidido únicamente por aquellos que han sido elegidos como virtuales representantes de la colectividad. El reciente Movimiento 15-M es una muestra de que la sociedad no es ciega y que advierte claramente las trampas que supone este sistema para que funcione una democracia real tal como parece consagrar la letra de la Constitución. De este modo, alcanzado cierto nivel de organización y de exigencias, el movimiento ciudadano, a través de asociaciones de diverso tipo, con su talante crítico y uso de las propias leyes, pueden llegar a entorpecer el desarrollo del capitalismo en su nueva etapa post-industrial del siglo XXI, o al menos minar la imagen de “único sistema capaz de asegurar el bienestar de la población”.

Los pensadores y estrategas del capitalismo internacional son conscientes de esta creciente amenaza del movimiento ciudadano en países desarrollados. En este artículo avanzamos algunas reflexiones y argumentos sobre las formas en que el capitalismo está logrando una nueva vuelta de tuerca para mantenerse como sistema económico irremplazable : la desmovilización ciudadana.

Ya en tiempos de “bonanza” económica (por burbujas de todo tipo), el asociacionismo y la movilización ciudadana son difíciles. Existe escasa motivación, porque la población tiene trabajo, tiene nivel de consumo y con ello acceso al entretenimiento, o existe hipertrabajo y consiguientemente una sacralización del tiempo de ocio, que a menudo se destina a actividades alienantes. Por otra parte, la lucha contra los abusos del poder político no da resultados inmediatos y muchos sectores del movimiento ciudadano empiezan a impacientarse y caer en la trampa de abandonar la actividad reivindicativa desde los movimientos sociales para entrar en la arena de la confrontación política institucional. El crecimiento de intentos de consolidación de partidos sectoriales que provienen de movimientos de consumidores, de feministas, de ecologistas, etc. es un claro ejemplo de ello. Sin embargo, además de que estos partidos sectoriales no cubren más que a una pequeña parte de un electorado minoritario que milita en estos sectores del movimiento ciudadano, no logran más que una muy discreta representación en el espectro político, en condiciones muy desiguales, porque la arena política está dotada de mecanismos que impiden que estos sectores minoritarios prosperen. Aparte de que estos sectores, consciente o inconscientemente, aceptan y refrendan con este comportamiento las reglas de una democracia representativa, perversión de la democracia real que se vive en el movimiento ciudadano, pero que es fundamental para el mantenimiento del status quo del sistema capitalista. Son sectores que, paradójicamente, ya saben que lo que determina la política no son los ideales de sociedad, sino las reglas del juego que impone el capitalismo internacional, como desgraciadamente se ha puesto de manifiesto en la inoperancia de la política ante la crisis financiera internacional.

De este modo, la creación de partidos políticos como Los Verdes, o ahora Equo, no sólo se saldan con una sangría en el movimiento ciudadano, sino que provoca un efecto distractor sobre la sociedad civil organizada, en tanto que ello representa el perverso mensaje de que la única forma de cambiar el sistema es acceder al gobierno local, regional o estatal, a sabiendas de que no van a poder llegar y que en el supuesto de que lo hagan, jamás van a poder cambiar un ápice del sistema, con el problema añadido de que se llevan la espoleta de la bomba ciudadana. Muchos políticos reclaman, por ejemplo, que el Movimiento 15-M se convierta en partido político, con lo que ya se acabarían las acampadas y las manifestaciones incómodas. A nuestro juicio, ésta es una nueva vuelta de tuerca del capitalismo internacional, puesto que consigue desactivar el movimiento ciudadano, creando una ingenua ilusión de poder de cambio desde la arena política institucional. Esta tesis se apoya no sólo en los hechos finales, favorables al capitalismo internacional, sino que, como se indica más abajo, detrás de estos partidos sectoriales emergentes a menudo hay respaldo económico disfrazado de entidades supuestamente altruistas y bienhechoras, detrás de las cuales hay grandes corporaciones capitalistas que para colmo tienen en su haber una larga lista de daños sociales y ambientales por todo el mundo.

El poder siempre ha intentado manejar al movimiento ciudadano para su provecho. No son pocos los empresarios (nacionales o internacionales) y políticos (locales y regionales) que utilizan el prestigio social de determinadas asociaciones, para mostrar una imagen amable y esgrimir una etiqueta solidaria. El apoyo económico, la cesión de locales, la subvención de campañas, etc. por parte de muchas empresas, no tiene más finalidad que mejorar su marketing (en las empresas) y revalidar su voto (en los políticos). Hay grandes corporaciones y fundaciones, nacionales e internacionales, que destinan parte de su capital para lograr mejorar continuamente su imagen. Todo esto es bien recibido por muchas asociaciones que con ello ven crecer su poder de acción, siendo una de las últimas versiones la creación de plataformas de ciberacción que se cuelan por todas las redes sociales. Pero a menudo no se es consciente de que con ello se está apoyando a entidades ocultas cuya actividad real está muy lejos de ser tan correcta como la que aparenta con tales apoyos y se está ayudando a lavar su imagen. De este modo, como una nueva vuelta de tuerca para la supervivencia del capitalismo internacional, tanto empresarios como políticos logran reducir el distanciamiento afectivo necesario para que el movimiento ciudadano mantenga su actitud crítica y beligerante contra las acciones de unos y otros.

Cómo opera el poder financiero para controlar a los movimientos ciudadanos

Uno de nosotros ha dejado ya escrito [i] unos apuntes sobre este asunto. Es lo que hemos llamado un Plan B del capitalismo, que va a por la conquista del alma de las gentes y a controlar las resistencias sociales. Se puede resumir diciendo que es “la suma de maniobras destinadas a ganar consenso, legalizar estas formas de enriquecerse, lograr obediencia y/o complicidad, publicitar sus objetivos como si fueran idénticos a los de la sociedad y desacreditar las alternativas como si fueran ´ataques´” [ii] . En una palabra, buscar legitimidad.

“Sin lugar a dudas que estos planes B empresariales, abonados por técnicos, intelectuales y ciertas ONGs (algunos a sueldo y otros solo por vocación) son el mayor desafío a vencer por parte de la resistencia civil, dado que ´de noche todos los gatos son pardos´” [iii]

Para eso financian y se alían a los movimientos sociales, incluso los sedicentes anticapitalistas, para que legitimen desde dentro el sistema empresarial realmente existente. Como dice Michel Chossudvsky “la compleja red de ONGs –incluidos segmentos de medios alternativos- son utilizadas por la élites corporativas para moldear y manipular el movimiento de protesta (…) el propósito no es reprimir la disidencia, sino, por el contrario, dar forma y moldear el movimiento de resistencia, para establecer los límites de la disidencia” [iv]

Éste es el caso de las entidades AVINA y ASHOKA, que en los diez años que llevan operando en España han logrado introducirse, de una u otra forma, en más de diez organizaciones que pueden considerarse alternativas. En unos casos cooptando líderes o emprendedores relevantes, en otros aportando financiación y asesoramiento. Son entidades de prestigio que cubren los sectores del agua (Fundación Nueva Cultura del Agua), el medioambiente (SEO), la paz (Greenpeace), el mundo rural (Plataforma Rural), las universidades paralelas (Universidad Rural Paulo Freire), los sistemas financieros éticos (Fiares), las semillas (Cifaes), el mar (Océana), etc.; siempre se trata de relaciones con líderes reconocidos. Este fenómeno ha prosperado tanto en nuestro país que, en otro lugar, hemos calificado esta intrusión, que “se ha ido produciendo casi sin darnos cuenta”, como la metáfora del queso de Gruyère.

Pero el caso que ahora está mas en el candelero es el del nuevo partido político llamado EQUO, que ha anunciado su transición de la fase fundación (se legalizó como tal apenas hace unos meses, el 17 de febrero) a la de partido político, el pasado 4 de junio, en una reunión preconstituyente integrada por “30 organizaciones políticas verdes y progresistas”, como anuncian en su página web, como si de una nueva Izquierda Unida se tratara.

Aquí también, en el caso de EQUO, la metáfora del queso de Gruyère ha funcionado. Concretamente en su Consejo Asesor, máximo sanedrín de la aún fundación y escaparate propiamente dicho, mientras tanto, de la misma, ha incluido entre sus filas a, por lo menos, tres relevante socios-líderes de la Fundación AVINA Pedro Arrojo, Sandra Benveniste y Victor Viñuales. El primero, ex presidente de la Fundación Nueva Cultura del Agua, que ha ido paseando de la mano de AVINA, por todo Latinoamérica (por tanto también promocionando la empresa Amanco de la misma), el sello “nueva cultura del agua”; la segunda que ha sido la representante en Barcelona de la fundación AVINA durante unos años y directora de proyectos de la Fundación Ecología y Desarrollo, entidad de la que es Director el tercero de los integrantes de Equo, Victor Viñuales, socio-líder de AVINA desde 1999; ambas fundaciones con proyectos comunes de agua en Latinoamérica. Curiosamente en la actualidad el blog de Viñuales oculta su pertenencia a AVINA. No oculta su condición de miembro del consejo asesor de ZARA- Inditex ni del de Greenpeace. Estos tres destacados socios –líderes de AVINA organizaron el pabellón de la Expo de ZARA GOZA denominado E l Faro, del cual ha resultado la exposición “aguas, ríos y pueblos” que Arrojo pasea por medio mundo.

¿Qué pasa con AVINA?

Sencillamente, que su fundador, financiador e inspirador es Stephan Schmidheiny, magnate suizo enriquecido con el negocio del amianto en el mundo. Su inmensa fortuna solo se explica porque su familia primero, desde 1925, y después él mismo, sin el menor escrúpulo, cosecharon dinero a espuertas, a costa de la salud y la vida de cientos de miles de personas. Así como suena. Por eso muchas de las víctimas del supuesto filántropo claman justicia y piden un Tribunal Penal Internacional contra el magnate, por presuntos crímenes contra la humanidad o de genocidio.

Como uno de nosotros ha explicado en sendos artículos [v] , no solo se trata de este origen sino que, además, pretenden (consiguiéndolo como hemos visto) penetrar los movimientos sociales de resistencia y hacerlos lo más mansos posible, o en todo caso controlar la disidencia al capitalismo como sistema.

Como muestra un botón

Sin ir más lejos, en la pasada reunión de Cancún sobre cambio climático, el prestigioso Grupo de Reflexión Rural (GRR) argentino ha detectado la infiltración de AVINA en los distintos movimientos alternativos que ha acudido a la contracumbre y denuncian que: “Las grandes Corporaciones y las fundaciones que las acompañan, han estado trabajando sigilosamente para escurrirse entre los espacios alternativos”. Y, cómo no, AVINA hace acto de presencia. Continúan diciendo: “La Fundación AVINA, del millonario suizo Stephan Schmidheiny, de larga y siniestra trayectoria en nuestra América Mestiza, por comprar voluntades detrás de proyectos supuestamente beneficiosos para nuestros pueblos y comunidades, ofreció una dádiva económica para la organización de Klimaforum 10. La presencia del Grupo de Reflexión Rural en Cancún, sirvió para alertar sobre esta Fundación y así desenmascarar sus intentos de cooptar estos espacios, siendo que luego el Klimaforum decidió rechazar los fondos que intentaba aportar Avina”. Y concluyen diciendo: “Fundaciones como AVINA y Ashoka son el enemigo de la Tierra Madre y de las poblaciones oprimidas”.

Mal empezamos, cargándonos de presuntas personalidades que han de dar fiabilidad y buen nombre a una entidad con pretensiones de ser escuchada, sin entre sus notables asesores y figuras aparecen estas “amistades peligrosas” con las fundaciones del gran capital.

Y no olvidemos que AVINA (fundada por Stephan Schmihheiny) no podrá desprenderse del mortal polvo del amianto, con el que ha amasado su fortuna y de cuyos delitos apenas si ha pagado por ellos, en justa compensación a cómo los trabajadores ignorante de lo que hacían, llevaban a sus casas las ropas contaminadas siendo dramáticamente ellos la causa de miles de muertos entre sus mujeres e hijos, durante decenas de años.

En conclusión, la sociedad civil debe estar atenta a los sutiles sistemas de desactivación del movimiento ciudadano, tanto en su forma presencial como cibersocial, que pone en marcha el capitalismo internacional a través del apoyo económico desde entidades supuestamente benefactoras. Admitiendo como legítima la voluntad de grupos sociales de entrar en la arena política, en contraste con la frescura de la política de calle de fenómenos sociales como el movimiento del 15 M, advertimos sobre el enorme coste que esto supone por su sangría sobre el movimiento ciudadano, fuerza social imprescindible para mantener la salud de la democracia real. Un coste desproporcionado para las posibilidades reales de modificar la realidad desde un sistema del que se conoce su enorme debilidad frente al sistema económico, vinculado al capitalismo internacional. En estas decisiones nos jugamos no solo una nueva vuelta de tuerca del capitalismo sino un asunto de justicia y dignidad.

Estemos atentos.

Rafael Yus y Paco Puche


Notas:
[i] Puche. P (2011), “ El lobby oculto”, Ecoportal, 26.05.11 [ii] Galafassi, G. Dimitriu, A. (2007), “El Plan “B” de los capitales mineros”, en Revista Theomai, nº15, primer semestre, p.1
[iii] Galafassi, G. Dimitriu, A. (2007), “El Plan “B” de los capitales mineros”, en Revista Theomai, nº15, primer semestre, p.8
[iv] Chossudovsky, M. (2010), “ Globalistas y élites controlan los movimientos populares”, en http://www.forumdesalternatives.org/ES/print.php?type=A&item_id=23786
5 Desmontado a Schmidheiny. Los crímenes con amianto: de la multinacional Eternit a la fundación AVINA, Ecoportal, 26.05.2010; y Ashoka por sí misma. La intrusión del gran capital filantrópico en los movimientos sociales, Ecoportal, 24.09.2010




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