Los ricos son muy pocos en  cualquier país, pero tienen un enorme poder. Y un indicador de este  poder es lo que está pasando con la deuda pública tanto en EEUU como en  la Unión Europea, incluyendo España. Su influencia sobre el Estado de  tales países implica que sus impuestos han ido descendiendo durante los  últimos 30 años (en España durante los últimos 15) de una manera muy  notable, haciéndose cada vez más ricos. Esta gran reducción de ingresos a  los estados ha significado que estos han tenido que endeudarse,  pidiendo préstamos a los bancos donde los ricos depositan e invierten su  dinero. O sea que los ricos, en lugar de pagar al Estado (en  impuestos), le prestan el dinero que han ahorrado al evitar pagar  impuestos al Estado, el cual les tiene que pagar unos intereses. El  sistema es perfecto para los ricos (y para los bancos donde los ricos  depositan su dinero), transfiriendo así una gran cantidad de fondos del  sector público a los ricos y a sus bancos.
Veamos los datos, comenzando por EEUU. Según Robert Reich, que fue  ministro de Trabajo y Asuntos Sociales del Gobierno de Clinton, el tipo  máximo de gravamen de los ricos (el 1% de la población con mayor renta)  de EEUU era, desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, hasta 1980, casi  un 70%. O sea, por cada dólar que ingresaba la gente más rica, tenía  que pagar 70 centavos al Estado en impuestos. En aquellos tiempos  incluso presidentes republicanos como Dwight Eisenhower creían que no  era bueno para la sociedad que hubiera desigualdades extremas. Esta  creencia respondía a la fuerza que tenían las izquierdas que  configuraban la cultura política dominante durante el período 1950-1980.  Ni que decir tiene que los ricos intentaban escabullirse de pagar ese  70%. De ahí que, a base de deducciones y otras medidas, este 70% bajaba  al 50%. Por otra parte, el impuesto sobre el rendimiento del capital era  del 35%.
Todo esto cambió con el presidente Reagan, que inició la revolución  reaccionaria neoliberal. Tal presidente bajó los impuestos de los ricos  de una manera muy notable (aunque subió los impuestos de todos los  demás; en realidad fue el presidente que más subió los impuestos en  tiempos de paz en EEUU). Se inició así toda una serie de políticas que  han llevado a una situación en la que los ricos pagan ahora sólo un 36%  al Estado. Del 50% al 36% durante el periodo 1980-2011. Y los impuestos  sobre el rendimiento del capital bajaron del 35% al 15%. Tales ventajas  fiscales alcanzaron tal nivel que, en 2010, 18.000 familias ricas no  pagaron ningún impuesto. En realidad, las 400 familias más ricas de EEUU  han pagado únicamente el 18% de sus ingresos en impuestos al Estado  federal. Como consecuencia de estas políticas, el 1% de renta superior  que en los años setenta ingresaba el 9% de toda la renta nacional, en  2010, ingresó nada menos que un 20% de la renta nacional.
Tal concentración de las rentas crea un enorme problema económico: la  falta de demanda que estimule la economía y cree empleo. Los ricos  tienen tanto dinero que, cuando consiguen más dinero, en lugar de  aumentar su consumo, lo invierten, a fin de acumular más y más dinero,  creando un problema grave. En momentos de recesión, se necesita que la  gente consuma para que crezca la demanda. Pero si el 20% de la renta  nacional la tiene el 1% de la población que (en términos proporcionales)  consume menos, se crea un gran vacío en la demanda.
Y esto es lo que está ocurriendo en EEUU, en la UE y también en  España. Es más, como no hay mucha demanda en la llamada economía  productiva, donde se producen bienes y servicios (resultado del descenso  de las rentas del trabajo como porcentaje de la renta nacional) los  ricos no invierten en actividades y áreas productivas sino en  actividades más rentables, que son las especulativas, creando las  burbujas que nos conducen a los desastres que conocemos. La burbuja  inmobiliaria es un ejemplo. Pero, ahora que la burbuja ha explotado, los  ricos, a través de los bancos, compran deuda pública, es decir, bonos  del Estado. Y, a través de las agencias evaluadoras de los bonos, como  Moody’s, Standard & Poors y otros (que son instrumentos de la  banca), crean una percepción de alto riesgo, a fin de que los estados  tengan que pagarles elevados intereses.
Los bancos españoles poseen el 52% de la deuda española. Reciben  préstamos de dinero del Banco Central Europeo a intereses muy bajos  (1%), y con este dinero compran bonos públicos del Estado español que  les dan una rentabilidad de un 6%. Es difícil diseñar un sistema que sea  más favorable para los ricos y para sus bancos. Y mientras se hacen  superricos, piden a la ciudadanía que se apriete el cinturón bajo la  excusa de que “no hay alternativa”. Y los mayores medios le dicen a la  población que la “presión de los mercados financieros” (la frase más  utilizada en la cultura dominante del país) obliga al Estado español a  seguir políticas públicas enormemente impopulares, presentándolas como  necesarias e inevitables. Pero esta presión, en el caso español, deriva  primordialmente de los bancos y de los ricos españoles, que causaron la  crisis (sus especulaciones en el mercado inmobiliarios), y ahora se  están beneficiando de tales políticas, exigiendo dinero al Estado (con  intereses elevados de los bonos) para prestarles su dinero, el mismo  dinero que consiguieron pagando menos impuestos.
Es obvio que hay alternativas. De este análisis se deduce que la  mejor manera de evitar el endeudamiento del Estado no es bajando el  gasto público (muy bajo en el caso español), sino subiendo los impuestos  de los ricos y superricos a los niveles del periodo anterior (y en el  caso español a niveles homologables a los países nórdicos). Un  trabajador de la manufactura paga ya el 78% de lo que paga su homólogo  en Suecia. Un rico (el 1% de renta superior) paga en impuestos un 20% de  lo que paga su homólogo en Suecia. Y así nos va.
Vicenç Navarro
¿Qué te ha parecido este artículo? ¡Deja tus comentarios!

No hay comentarios:
Publicar un comentario